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8 juillet 2011 5 08 /07 /juillet /2011 15:26
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8 juillet 2011 5 08 /07 /juillet /2011 15:04
  08-07-2011

 

WikiLeaks, Wimbledon y la guerra

      Amy Goodman     
Democracy Now


El sábado pasado fue un día soleado en Londres y las multitudes se dirigían en masa a Wimbledon y a la Regata anual Henley. Mientras tanto, Julian Assange, el fundador del sitio web Wikileaks.org, se dirigía en tren desde su arresto domiciliario en Norfolk, a tres horas de la capital, hacia el auditorio Troxi de Londres, para reunirse conmigo y con el filósofo esloveno Slavoj Žižek para participar en una conferencia pública acerca de WikiLeaks, el poder de la información y la importancia de la transparencia en el sistema democrático. El evento fue organizado por Frontline Club, una organización fundada por corresponsales de guerra, en parte como homenaje a los muchos compañeros muertos mientras realizaban su trabajo en el frente de batalla. El cofundador de Frontline Club, Vaughan Smith, miró el inusual cielo despejado con inquietud, y dijo: “los londinenses nunca van a un evento en un lugar cerrado en un día como este”. A pesar de años de experiencia brindando información certera desde Afganistán a Kosovo, en este caso la apreciación de Smith fue equivocada.

Alrededor de 1.800 personas asistieron al evento, prueba del enorme impacto que ha tenido WikiLeaks desde que denunció la tortura y la corrupción utilizadas para derrocar gobiernos.

Assange está en Inglaterra a la espera de una audiencia judicial que se realizará el 12 de julio en la que se tratará su posible extradición a Suecia, ya que es requerido por ese país para ser interrogado con relación a un supuesto caso de abuso sexual. Si bien no se presentaron cargos formales en su contra, se encuentra bajo arresto domiciliario desde hace más de seis meses, lleva un brazalete electrónico y debe presentarse diariamente en la comisaría de policía de Norfolk.

WikiLeaks fue oficialmente lanzado en 2007 y tiene como objetivo recibir información secreta filtrada por informantes, utilizando la última tecnología para proteger la identidad de las fuentes. La organización ha logrado cada vez mayor reconocimiento mundial con la sucesiva publicación de grandes cantidades de documentos confidenciales del gobierno de Estados Unidos vinculados a las guerras de Irak y Afganistán, y miles de cables de las embajadas de Estados Unidos en todo el mundo.

De los partes confidenciales de ambas guerras, Assange dijo que “proporcionaron una idea de la sordidez de la guerra: desde los niños asesinados en los controles al borde de la carretera a las miles de personas entregadas a la policía iraquí para ser torturadas, pasando por lo que realmente significa el llamado 'Apoyo aéreo cercano' (CAS , por sus siglas en inglés) y cómo se realiza el combate militar moderno, y la vinculación de eso con otra información como ese video que descubrimos de los hombres que se rinden y son igualmente atacados”.

Los cables del Departamento de Estado se están publicando poco a poco, generando una fuente permanente de vergüenza para el gobierno de Estados Unidos e inspirando indignación y protestas a nivel mundial, ya que los cables confidenciales revelan las operaciones secretas y cínicas de la diplomacia estadounidense. El “Cablegate”, como ha sido denominada la mayor revelación pública de documentos del Departamento de Estado en la historia de Estados Unidos, fue una de las chispas que encendió la Primavera Árabe. Los tunecinos y yemeníes que vivían bajo regímenes represivos en Túnez y Yemen, por ejemplo, sabían que sus gobiernos eran corruptos y crueles. Pero leer los detalles y ver hasta qué punto el gobierno de Estados Unidos apoya a estos dictadores ayudó a iniciar la revuelta.

De manera similar, los miles de cables vinculados a Haití analizados por el periódico independiente Haiti Liberté y la revista The Nation revelaron la amplia manipulación estadounidense de la política y la economía de ese país. (Esta columna fue mencionada en uno de los cables sobre Haití en el que se hacía referencia a nuestro informe sobre quienes criticaban la actitud del gobierno de Obama de negar tras el terremoto las visas de 70.000 haitianos que ya habían sido aprobadas). Una serie de cables detalla los intentos estadounidenses de obstaculizar el envío de petróleo subsidiado desde Venezuela para proteger los intereses comerciales de Chevron y ExxonMobil. Otros cables muestran la presión realizada por Estados Unidos para evitar un aumento del salario mínimo en Haití a pedido de las empresas de indumentaria estadounidenses. Estamos hablando del país más pobre del Hemisferio Occidental.

Como consecuencia del papel desempeñado como redactor en jefe de WikiLeaks, Assange ha recibido reiteradas amenazas y hasta incluso pedidos de que se lo asesinara. El Vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, lo calificó de “terrorista de alta tecnología”, mientras que Newt Gingrich dijo: “Julian Assange está involucrado en el terrorismo. Debería ser tratado como un combatiente enemigo, y WikiLeaks debería ser clausurado en forma definitiva”.

De hecho, los intentos realizados hasta el momento de cerrar WikiLeaks han fracasado. Bank of America habría contratado a varias empresas privadas de inteligencia para coordinar un ataque contra la organización, de la que se dice que tiene una gran cantidad de documentos que revelan actividades potencialmente fraudulentas del banco. WikiLeaks también acaba de demandar a MasterCard y Visa, que dejaron de procesar las donaciones realizadas con tarjetas de crédito a través de su página web.

El proceso de extradición plantea una amenaza aún mayor para Assange: teme que Suecia lo extradite luego a Estados Unidos. Teniendo en cuenta el trato recibido por el soldado Bradley Manning, acusado de filtrar muchos documentos clasificados a WikiLeaks, Assange tiene motivos razonables para temer. Manning estuvo recluido en aislamiento durante casi un año, en condiciones que muchos afirman son similares a la tortura.

En el evento en Londres, el apoyo a WikiLeaks fue impresionante. Pero Julian Assange no podía quedarse a conversar una vez terminada la conferencia. Tenía apenas el tiempo suficiente para regresar a Norfolk y retornar a su arresto domiciliario. Más allá de lo que le suceda a Assange, WikiLeaks ha cambiado al mundo para siempre.-

 

 

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

 

© 2011 Amy Goodman

 

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.-

 

Fuente original: http://www.democracynow.org/es/blog/2011/7/7/wikileaks_wimbledon_y_la_guerra

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8 juillet 2011 5 08 /07 /juillet /2011 14:28
  08-07-2011

 

La paranoia de la Casa de Saud

      Pepe Escobar     
Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Una cumbre muy reservada tuvo lugar recientemente en una base de la OTAN en Molesworth, en el Reino Unido. Frente a los británicos estuvo nada menos que el príncipe Turki al-Faisal, ex director general de los temidos Mukhabarat (servicios de inteligencia) de Arabia Saudí, y otro un amigo muy cercano del asesinado líder de al-Qaida Osama bin Laden.

El príncipe Turki estaba presente para explicar la visión de la Casa de Saud sobre la gran revuelta árabe de 2011. En pocas palabras: les dijo a los británicos –y a los estadounidenses– que olvidaran sus estúpidas ideas sobre “democracia”. Todo era un complot iraní.

El despliegue de tropas saudíes en Bahréin y Yemen, y el despliegue de mercenarios wahabíes en Libia y Siria no eran otra cosa que instrumentos para la lucha en el combate ideológico –y la dura represión– contra la propagación de la influencia chií de Irán.

La guinda sobre este pastel del desierto es la continua transformación del Consejo de Cooperación del Golfo –en realidad ahora es un Club de Contrarrevolución del Golfo– en una alianza de monarquías suníes, con la incorporación de Jordania y Marruecos, además de los actuales miembros: Arabia Saudí, Qatar, Omán, Bahréin, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos.

La Casa de Saud sigue siendo el proverbial aliado incondicional de la “relación especial” de Washington y Londres. Sus petrodólares (300.000 millones de dólares en ingresos del petróleo en 2011, posibilitados por su posesión de un 12% de la producción petrolera mundial) compran a todos los que pueden, desde Egipto a Libia y Palestina, mientras las redes vinculadas a al-Qaida árabe alientan alegremente los levantamientos tanto en Libia como en Siria.

Sin embargo, en esta Casa de la suprema paranoia, ¿qué pasaría si llegara el día en el que ya no fueran considerados como indispensables aliados incondicionales? ¿Y si Washington y Londres estuvieran convencidos de que un Medio Oriente más aceptable debería tener como “modelos” a Turquía y a la Hermandad Musulmana?

En el crucial frente de la energía, la Casa de Saud no dejó de notar el hecho de que EE.UU. preferirá concentrar sus futuras necesidades de energía en el gas, y no en el petróleo, y esto mientras las reservas saudíes de petróleo disminuyen y China ya es el máximo socio comercial de Arabia Saudí (es una de las razones clave por las que China se abstuvo en la resolución 1973 de las Naciones Unidas sobre Libia; Beijing no quiere enemistarse con Riad).

Washington y Londres ciertamente aumentaron sus propios temores de un desastre regional cuando el príncipe Turki fue muy claro en el sentido de que Arabia Saudí buscaría su propia bomba nuclear en caso de que Irán hiciera lo mismo; aunque no existe la menor evidencia, según el Organismo Internacional de Energía Atómica, de que Irán esté desarrollando un programa de armas nucleares. A propósito, el propio príncipe Turki lo dejó en claro en otra ocasión: el único protagonista regional al que se le permite que tenga armas nucleares es Israel.

Por lo tanto, el mensaje de Turki en esta reunión “secreta” con la OTAN fue esencialmente: somos los mandamases en el Golfo y en la Península Arábiga, y desde ahora haremos en primer lugar lo que queramos, no necesariamente lo que vosotros queráis que hagamos.

Podría ser una indicación definitiva para Washington de que termine por abandonar a ese inconveniente aliado, medieval pero incondicional, que obstinadamente quiere detener el flujo de la historia; pero no será interpretada como tal.

Todo sobre iranofobia

La Casa de Saud ha utilizado la gran revuelta árabe de 2011 para convertir la iranofobia en el mundo árabe suní en una histeria generalizada. La iranofobia ha sido desplegada como una operación psicológica orquestada por los saudíes durante años, orientada a aislar a Irán en el arco desde el Norte de África hasta Asia del Sudoeste.

Mientras trata de presentar a Irán ante la opinión pública árabe como el máximo mal, la Casa de Saud tratar de ocultar el papel de los verdaderos explotadores: potencias neocoloniales occidentales que ocupan o controlan, directa e indirectamente, el mundo árabe. Sobre todo, la iranofobia es extremadamente útil para la Casa de Saud, así como para la dinastía suní al-Khalifa en Bahréin y los gobernantes de los Emiratos, para reprimir despiadadamente a su propio pueblo.

En Occidente, la iranofobia ha sido malinterpretada como una guerra fría entre Arabia Saudí e Irán. No: es una operación psicológica contrarrevolucionaria realizada por la Casa de Saud debido a su supremo miedo a las alianzas regionales de Irán –con Hizbulá en el Líbano y el gobierno dirigido por chiíes en Bagdad– así como por el apoyo iraní, por ejemplo, a la rebelión huzí en el norte de Yemen en 2009.

También existe un mito en marcha de que el rey saudí, Abdullah, de 86 años, analfabeto y cercano a encontrarse con su creador, ha tratado de integrar a los chiíes saudíes, especialmente a través del Centro del Rey Abdulaziz por el Diálogo Nacional. No hay modo de comprender a Arabia Saudí sin examinar su prejuicio histórico contra los chiíes. Los libros de texto en las escuelas saudíes tratan a los chiíes de infieles no musulmanes, o peor todavía, de malignos “politeístas”.

Lo más importante es que la Casa de Saud tiene vínculos sanguíneos con el establishment clerical suní wahabí. Mientras la monarquía sigue su interpretación medieval de la ley sharía, el rey es ensalzado como el legítimo “custodio de las dos mezquitas sagradas”.

Por lo tanto la iranofobia, tal como es desplegada especialmente después de la Plaza Tahrir en Egipto, solo sirve para reforzar el medievalismo wahabí y para degradar a los chiíes, dentro y fuera del reino. De ahí la creencia general en Arabia Saudí de que Irán impulsó el grito por la democracia de la abrumadora mayoría de la población de Bahréin.

No hay que subestimar el poder de la contrarrevolución saudí. Por mucho horror que haya causado en la Casa de Saud el hecho de que el gobierno de Barack Obama haya "desechado" a Hosni Mubarak de Egipto, han sido lo bastante astutos como para sobornar a la junta Tantawi que está actualmente en el poder con casi 4.000 millones de dólares. La Casa de Saud está furiosa porque Mubarak va a ser procesado.

Asia Times Online ha informado ampliamente de la invasión y la represión saudí en Bahréin. En Yemen, aviones jet saudíes “hechos en EE.UU.” han aplicado rutinariamente el truco “Obama AfPak”, bombardeando a rebeldes chiíes al otro lado de la frontera. Pero ahora la Casa de Saud ansía “estabilidad”, es decir, captar al nuevo gobernante post Ali Abdallah Saleh.

En Siria es más complicado. La Casa de Saud, oficialmente, guarda silencio mientras los medios saudíes gozan satanizando al presidente Bashar al-Asad, y redes financiadas por saudíes, ligeramente islamistas e incluso orientadas por yihadistas, trabajan en las sombras.

Bienvenidos al fin de la historia

Hay agentes serviles de la Casa de Saud en todos los medios controlados por saudíes que hablan de la política de “no interferencia” del reino. Es absurdo: la Casa de Saud ha interferido durante décadas contra numerosos movimientos progresistas o izquierdistas en todo el mundo y ha llevado a varios países a la guerra civil, desde el Líbano a Yemen y Somalia, sea sirviendo los intereses de Washington o sobre todo los intereses de sus medievales clérigos wahabíes.

El rey Abdullah ordenó recientemente que el gran muftí y otros altos clérigos simplemente no pueden ser criticados. Si alguien se opone, aunque sea ligeramente, a la Casa, va a la cárcel; ya han pasado por ella 11.000 personas desde el 11-S, y más de 5.000 siguen en prisión. Nadie tiene la menor idea de quiénes son. La transparencia es nula. No existe un sistema legal que corresponda a los estándares aceptados internacionalmente.

Hay numerosas decapitaciones: 121 personas el año pasado. No hay un gobierno elegido, ni partidos políticos, ni una prensa libre. El domingo pasado detuvieron a dos mujeres en Riad porque pedían un juicio justo para sus parientes, según Amnistía Internacional. El mismo día detuvieron a no menos de 20 personas –incluidos 16 mujeres y niños– frente al temido Ministerio del Interior porque pedían la liberación de presos políticos, según la Asociación Saudí por los Derechos Civiles y Políticos.

La iranofobia es solo otra faceta de una Casa que vive en un medio perpetuo y en la paranoia. ¿Queréis ver el fin de la historia? Tomad un vuelo a Riad.-

 

 

Pepe Escobar es autor de “ Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War ” (Nimble Books, 2007) y “ Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge ”. Su último libro es “ Obama does Globalistan ” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com .

(Copyright 2011 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.)

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/MG07Ak01.html

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7 juillet 2011 4 07 /07 /juillet /2011 18:57

El lúgubre futuro del capitalismo

 

 

Aparte del desacuerdo expresado por uno de sus miembros, perteneciente al Partido Republicano, desacuerdo sin fundamento alguno, la Comisión de investigación sobre la crisis financiera no podía imaginar que el informe que entregó en enero iba a producir una confusión tan grande. Al cabo de un año y medio de investigaciones y de recogida de testimonios de universitarios y otros economistas, este informe no decía nada más de lo que ya había dictado el sentido común popular a saber, que la recesión económica que estalló públicamente en 2007 se hubiera podido evitar ya que era fruto de una combinación de reglas estatales laxas y de una excesiva exposición al riesgo por parte de los que daban y solicitaban préstamos, principalmente en el sector inmobiliario. Este mismo sentido común popular nos tranquilizó cuando declaró que las rápidas medidas gubernamentales habían impedido que la gran crisis se convirtiera en una depresión generalizada y que la recesión había abierto el camino, aunque todavía “frágil”, para el relanzamiento. Pero, aunque esta idea de sentido común se repita hasta la saciedad, resulta poco convincente. ¿Por qué el relanzamiento es tan frágil? ¿Por qué el paro continúa siendo tan elevado? ¿Por qué los bancos, provistos de nuevo de liquidez por medio de esta rápida acción gubernamental, son tan reticentes de ponerla al servicio de la expansión económica? ¿Por qué la serie de crisis de la deuda soberana en Europa provoca, como en los Estados Unidos, el derrumbe de los presupuestos de los Estados? ¿Por qué los políticos piden sin descanso austeridad, mientras la economía es ya incapaz de satisfacer las necesidades de millones de personas en materia de vivienda, sanidad, educación e incluso de comida? El fracaso de la denominada ciencia de la economía, puesta en evidencia por la incapacidad de los especialistas en predecir la catástrofe, se pone de nuevo de manifiesto por la misma ineptitud para explicar lo que está sucediendo o para llegar a un consenso sobre las medidas necesarias para ponerle remedio.

Un aspecto notable de los comentarios sobre las dificultades actuales de la economía es que, no obstante las constantes referencias a la Gran Crisis de los años 30, así como a las numerosas recesiones ocurridas después de la Segunda Guerra Mundial, se ha hablado poco de que las crisis constituyen la marca recurrente de la economía capitalista desde la revolución industrial. Un simple examen de la historia nos demuestra que los recientes acontecimientos son algo habitual. En realidad, desde principios de los años 1800 hasta finales de los años 1930, el capitalismo estuvo entre la mitad y una tercera parte de este tiempo en crisis (hay discrepancias en la datación según los distintos expertos), crisis que fueron agravándose de manera regular hasta la Gran Crisis de 1929. Fue debido a la poca profundidad de las crisis que tuvieron lugar después de la última guerra que surgió la idea de que el capitalismo no conocería más los altos y bajos característicos de sus primeros ciento cincuenta años de existencia como forma social dominante. El dilema de la teoría económica parecía situarse entre la idea neoliberal del capitalismo como sistema capaz de autorregularse y la concepción keynesiana de una economía controlable mediante el control estatal. La insuficiencia de los dos puntos de vista evidenciada por los actuales acontecimientos económicos, nos impele a buscar otra mirada sobre la dinámica a largo plazo del sistema capitalista.

Los primeros autores de estudios sobre lo que, a finales del siglo XIX, acabaría llamándose el “ciclo de los negocios”, se dieron cuenta de que era una característica de la economía de mercado, en la que la mayoría de los bienes se producen para ser vendidos. En una economía así, la razón por la cual las empresas producen bienes y servicios es la de ganar dinero; las empresas crecen y decrecen y pasan de la producción de una mercancía a otra según el nivel de beneficio logrado por su inversión. A principios del siglo XX, los estudios estadísticos (dirigidos por el economista americano Wesley Mitchell y la Nacional Bureau of Economic Research) demostraron que la alternancia entre prosperidad y crisis iba de la mano con las fluctuaciones de la rentabilidad de los negocios

La explicación más elaborada de estas fluctuaciones, la teoría de la tasa de ganancia de K. Marx, estaba tan alejada de la corriente principal de la teoría económica que fue ampliamente ignorada por los autores de estudios sobre el capitalismo, incluidos la mayoría de autores de izquierda. Pero la historia de la economía parece confirmar la exactitud de la idea de que, si la prosperidad crea las condiciones de una eventual crisis, las crisis que le siguen hacen posible un renacimiento de la economía por el hecho de que la disminución de los costes de inversión –merced a las quiebras, al derrumbe de los precios, a la evaporación de los créditos y la reducción de los costes de la mano de obra a causa del aumento del paro y a la mejora de la productividad de las nuevas máquinas– genera tasas de ganancia más elevadas en las inversiones, lo que a la vez provoca un aumento de dichas inversiones y, por consiguiente, una expansión de la economía.

A pesar de sus características particulares, la Gran Crisis y el relanzamiento de la economía capitalista a partir de 1945 siguieron, en grandes rasgos, el esquema establecido por los precedentes episodios de hundimiento y regeneración de la economía. La crisis fue larga y el nivel de destrucción físico y económico del capital enormemente elevado (principalmente durante la guerra en la que desembocó). Así pues, no debe sorprender que la recuperación llevó a un período de prosperidad que se extendió hasta mitades de los años 1970, período que los economistas bautizan como la Edad de Oro por su duración y amplitud. La relativa ausencia de graves recesiones a lo largo de estos años se debió a la aplicación, durante el período posterior a la crisis, de lo se denominó métodos keynesianos: el porcentaje de los gastos del Estado respecto al PIB de los países de la OCDE pasó del 27% en 1950 al 37% en 1973. En los Estados Unidos, como señaló Joyce Kolko en 1988, “casi la mitad de los nuevos empleos creados a partir de 1950, lo hicieron gracias a los gastos del Estado y una evolución análoga se produjo en los restantes países de la OCDE”.

La idea de Keynes consistía en que los Estados debían endeudarse durante los períodos de crisis con el fin de provocar el relanzamiento de la economía; en el momento en que, como resultado de esta práctica, aumentara la renta nacional, los impuestos que le afectarían para devolver la deuda, tendrían poco impacto. En realidad, la gestión de las crisis se transformó en una “economía mixta” estado-privado permanente. Cuando, a mediados de los años 1970, la Edad de Oro llegó a su fin, el enorme aumento del gasto público que había evitado un retorno a las condiciones de la crisis, significó un paso más en dirección al déficit cada vez más problemático que padecemos hoy. La misma razón del aumento de los gastos del Estado –la escasez de beneficio– hacía imposible la devolución de la deuda que el Estado había ocasionado.

Durante este tiempo, la deuda pública vino acompañada por el vertiginoso aumento de la deuda de las empresas y de la deuda privada, que posibilitó la aparente prosperidad de los últimos veinte años. Las promesas de que un día, en el futuro, se pagaría, sustituyeron al dinero que la economía capitalista, ralentizada, era incapaz de producir. Dado que los Estados, las empresas y, en una medida siempre creciente, los individuos se endeudaban para comprar mercancías y servicios, la deuda pública, la de las empresas y la de las familias, apareció en los balances de los bancos y de otras sociedades en la columna de los ingresos. Pero la devolución de las deudas exige dinero generado por una producción rentable y por la venta de bienes y servicios. Pero, como ha observado Robert Brenner, profesor de historia en la UCLA:

“Según los indicadores macroeconómicos estándares, entre 1973 y la actualidad, el rendimiento económico de Estados Unidos, de Europa Occidental y de Japón, se ha deteriorado de ciclo de negocio en ciclo de negocio, de decenio en decenio (a excepción de la segunda mitad de los años 1990). Si hablamos del mismo período, la inversión en capital a escala mundial y en todas las regiones excluyendo China, incluyendo incluso a los países del Sureste de Asia (industrializados de nuevo) ha ido disminuyendo de manera regular desde la mitad de los años 1990”.

El resultado fue, a grosso modo, la reaparición en 2007 de la crisis que se logró evitar en los años 1970.

Cuando el estallido de la enorme burbuja americana de los préstamos hipotecarios en el 2007 desencadenó la crisis mundial, los gobiernos centrales se encontraron atrapados entre la necesidad de mantener en funcionamiento el sistema, inyectando dinero en los establecimientos financieros “demasiado grandes para hundirse”, el apoyo a los gobiernos locales y el estímulo a la economía privada por un lado y la imperiosa necesidad de limitar el crecimiento de la deuda pública para no llegar a un punto de imposibilidad de pago de gran amplitud. La deuda de los Estados Unidos en 1930 era de 16 mil millones de dólares; hoy en día ha llegado a la cifra de 14 billones de dólares, y continúa creciendo. La deuda federal representaba ya, en 1970, el 37, 9% del PNB (Producto Nacional Bruto). Cuando, en el año 2004, el FMI advirtió que la combinación del déficit del presupuesto de América y el creciente desequilibrio de su balanza comercial amenazaban “la estabilidad financiera de la economía mundial”, la deuda se acercaba al 63,9%. Las advertencias a nivel mundial de los patronos y de los políticos para reducir el gasto público, aunque estén magnificados por la ideología liberal, representan el reconocimiento de una situación nueva respecto a los años 30: el hecho de que la carta keynesiana se jugó en exceso.

Consecuentemente, aunque el capitalismo actual es, en muchos aspectos, una versión muy distinta de la siglo XIX, esta transformación no ha comportado una disminución de los problemas sistémicos tal como los diagnosticaron los críticos de aquella época. Es más, los manifiesta con nuevas formas. De hecho, la crisis se perfila en el horizonte con la posibilidad de ser más terrible que las grandes crisis de 1873-93 y de 1929-39. La industrialización de la agricultura y la urbanización de la población –en 2010 se estimó que la mitad de los habitantes del planeta vivía en las ciudades– ha vuelto a la gente cada vez más dependiente del mercado para procurarse la comida y satisfacer sus necesidades esenciales. La existencia en límites de supervivencia o más allá de estos límites, como viven las masas urbanas de El Cairo, de Dakka, de Sao Paulo y de México, tendrá repercusión en los países capitalistas más avanzados debido al hecho que el paro y la austeridad impuesta por los gobiernos afectaran cada vez a más a la población y, no sólo en las antiguas zonas industriales del mundo desarrollado sino también a New York, Los Ángeles, Londres, Madrid o Praga.

Dejado a su propia dinámica, el capitalismo nos augura dificultades económicas en las décadas a venir, incluyendo ataques, cada vez más virulentos, contra las conquistas y las condiciones de trabajo de aquellos que, en el mundo, todavía tienen la suerte de ser asalariados; oleadas de quiebras o de consolidaciones de empresas capitalistas y conflictos cada vez más graves en el seno de entidades económicas o incluso de países enteros en el momento en que se trate de saber quién debe pagar todo esto. ¿Qué fabricantes de coches, en qué países sobrevivirán, cuando otros se hagan con su patrimonio y sus mercados? ¿Qué instituciones financieras serán aplastadas por deudas imposibles de cobrar y cuales sobrevivirán y lograrán conquistar partes enormes del mercado mundial para ganar dinero? ¿Qué luchas estallarán para controlar las materias primas como el petróleo, el agua para el riego y la bebida o la tierra cultivable? Por más deprimentes que sean estas consideraciones, no incluyen dos factores ligados, paradójicamente, que auguran unos efectos todavía más desastrosos para el futuro del capitalismo: el declive del petróleo –base del actual sistema industrial– como fuente de energía y el calentamiento del planeta provocado por el uso de carburantes fósiles. Aunque el actual estancamiento debería ralentizar el cambio climático causado por los gases de efecto invernadero, los daños realizados son ya extremadamente graves. Elisabeth Kolbert, una periodista de ninguna manera dada a la exageración, tituló su muy exhaustivo ensayo: Field Notes From a Catastrophe (Notas de campo sobre una catástrofe).

El deshielo de los glaciares no sólo amenaza los paisaje suizos sino también el aprovisionamiento de agua potable a poblaciones enteras en regiones como Pakistán o la línea de separación de las aguas de los Andes: desde hace años, las sequías arruinan la agricultura australiana y china; las inundaciones devastan, de manera periódica, las viviendas de decenas de millones de individuos en las regiones de baja altitud del Sureste de Asia. El desfile ininterrumpido de catástrofes no hace más que empezar. Será la compañera de viaje de una economía estancada y no podrá hacer otra cosa que verse exacerbada por la emisión de gases con efecto invernadero para intentar volver a una cierta prosperidad.

Lo que estas continuas tensiones sobre la sociedad auguran, es que el declive de la economía, incluso cíclicamente infligida, será el vector de una crisis del sistema social que, dado que obedece a las leyes de la física y de la química, irá más allá del terreno estrictamente económico. Si la caída del aprovisionamiento del petróleo y las catástrofes causadas por el cambio climático no provocan una mayor transformación de la vida social, el difícil imaginar qué situación podría llevarlo a cabo. Esta idea puede parecer, en la actualidad, utópica a aquellos que, entre nosotros, viven todavía la mayoría de ellos, en lo que queda de la prosperidad material aportada por el capitalismo de después de la guerra, de la misma manera que la miseria y el terror que pesan sobre los habitantes del Congo, desgarrado por la guerra, son difíciles de sentir por los habitantes de New York o Buenos Aires. Este hecho no hace más que demostrar la pobreza de nuestra imaginación y la inexistencia de los desafíos que nos esperan como catástrofes tales como la marea negra que se vertió de una plataforma petrolífera de BP en el Golfo de México en el año 2010, que nos ayudaran a entenderlo mejor.

La mayor incógnita que se presenta al intentar dilucidar el futuro del capitalismo es el grado de tolerancia de la población mundial frente a los estragos que le infligirá este sistema social. La gente es perfectamente capaz de reaccionar de manera constructiva ante el desmoronamiento de las estructuras normales de la vida social y de improvisar soluciones a los problemas inmediatos de supervivencia física y emocional. Nos lo demuestra con creces la reacción ante las catástrofes como terremotos, inundaciones, desastres de la guerra al igual que en los precedentes períodos de tormentas económicas. El hecho de que la gente del siglo XXI no haya perdido la capacidad de enfrentarse a las autoridades para defender sus intereses viene corroborado por los jóvenes contestatarios de Atenas, los funcionarios en huelga de Johannesburgo, los egipcios que, por lo menos durante un tiempo, han logrado destruir un estado policial afincado desde decenas de años.

De todas maneras, la gente tendrá ocasión, en un futuro próximo, de explorar posibilidades parecidas si desean mejorar las condiciones de vida de una manera concreta a las que les llevará una economía decadente. Mientras que todavía hoy están a la expectativa de la prometida vuelta a la prosperidad, en un momento dado, la multitud de nuevos desheredados, como muchos de sus antecesores durante los años 1930, se ven impulsados a dirigir sus miradas hacia las viviendas vacías recién embargadas, hacia los bienes de consumo invendibles y hacia los stocks de alimentos acumulados por el estado y a buscar allí todo lo necesario para sobrevivir. Dicho de otra manera, el hecho de adueñarse y utilizar las viviendas, la comida y otros objetos contraviniendo las reglas de un sistema económico fundado en el cambio de bienes por dinero, supone un modo de existencia social radicalmente nuevo.

La relación social entre patronos y asalariados, relación que asocia a una dependencia mutua un conflicto latente, se ha convertido en la relación básica en todos los países del mundo. Esta relación modelará en adelante, de manera decisiva, nuestra vida y nuestra manera de reaccionar en el futuro. Como ya sucedió en el pasado, no hay ninguna duda de que los trabajadores exigirán a los patronos o a los Estados que les proporcionen un empleo. En el caso de que los primeros pudieran emplear a más gente aumentando los beneficios, no dudarían en hacerlo. Respecto a los segundos, se enfrentan en la actualidad a los límites de la deuda soberana. A medida que el paro se extienda, es posible que los trabajadores tomen conciencia de que, con o sin empleo, las fábricas, las oficinas, las propiedades rurales, las escuelas y otros lugares de trabajo deberan continuar existiendo aunque no generen beneficios y que es posible ponerlos en funcionamiento para producir los bienes y los servicios que la población precisa. Aunque no existan suficientes empleos –pagados por las empresas o por el Estado– será necesario realizar muchos trabajos si la gente se organiza por sí misma para la producción y la distribución, lejos de las coacciones de la economía de mercado.

El capitalismo existe desde hace muchas generaciones, ha dado muestras de su vitalidad excluyendo o absorbiendo la totalidad de sistemas sociales del mundo, de tal amanera que parece formar parte de su naturaleza a la vez que parece irreemplazable. Pero en nuestro tiempo están apareciendo de manera visible sus límites históricos por su incapacidad para dar respuesta a los desafíos ecológicos que él mismo ha provocado, por su incapacidad para generar suficiente crecimiento que dé empleo a los millones de personas que se amontonan en las periferias de las ciudades de África, de América del Sur y de Asia, e incluso a un número cada vez mayor de ellos en Europa, Japón y Estados Unidos y de dar respuesta al dilema de su dependencia de la participación del Estado en la vida económica en un grado, que deja sin dinero a las empresas privadas. Al igual que la Crisis del 29 hizo ver cuales eran los límites de los medios puestos en funcionamiento durante los años 40 para luchar contra la tendencia del capitalismo hacia la catástrofe periódica, nos sugiere la necesidad de tomarnos en serio la idea de que, como se dice, otro mundo es posible.

                               Paul Mattick Jr. , marzo 2011.-

 

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7 juillet 2011 4 07 /07 /juillet /2011 18:45

Lo que he visto en Libia

«La guerra es paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fuerza»

George Orwell, La teoría y la práctica del colectivismo oligárquico, en 1984.

 

Han transcurrido ya más de dos meses desde que estallara la llamada «revuelta de las poblaciones líbicas». Poco antes, el 14 de enero, como consecuencia de amplias sublevaciones populares en el vecino Túnez, era depuesto el presidente Zine El-Abidine Ben Ali, en el poder desde 1987.

Después le tocó el turno al Egipto de Hosni Mubarak, también destronado el 11 de febrero después de haber sido durante treinta años el dueño absoluto de su país, hasta el punto de ganarse el apelativo, no precisamente agradable, de «faraón». Acontecimiento que la prensa occidental ha definido de inmediato, con la consiguiente dosis de sensacionalismo espectacular, como «la revolución de los jazmines» y «la revolución del loto».

La revuelta pasa sucesivamente de Jordania al Yemen, de Argelia a Siria. E inesperadamente se extiende como mancha de aceite también en Omán y Barhein, donde los respectivos regímenes, ayudado en este último caso por la intervención, más allá de sus fronteras, de una sección del ejército de Arabia Saudita, reaccionaron con extremada violencia contra la población disidente sin que en este caso, al menos por ahora, se tradujese en una firme condena de los gobiernos occidentales frente a esta represión. Únicamente el rey de Marruecos parece querer prevenir lo peor y el 10 de marzo propuso la reforma de la constitución.

Dos meses en los que, una vez puestas en suspenso las vicisitudes de Túnez y Egipto, todos los grandes medios internacionales han concentrado sus focos sobre la «evidente y sistemática violación de los derechos humanos» (Resolución de 1970 adoptada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 26 de febrero de 2011) y sobre los «crímenes contra la humanidad» (Resolución 1973 adoptada por el Consejo de Seguridad el 7 de marzo de 2011) perpetrados por Gadafi contra «su propio pueblo».

Esta última resolución está exenta de cualquier fundamento jurídico y viola de forma patente la Carta de la ONU. En suma, se trata de un auténtico ajuste de jurisprudencia en el que una violación llama a otra: la «delegación» a los Estados miembros de las funciones del Consejo de Seguridad está a su vez ligada a la «zona de exclusión aérea», que es también ilegítima, más allá de cómo está siendo aplicada, porque la ONU puede intervenir, según el artículo 2 y del mismo Capítulo VII de la Carta de San Francisco, sólo en conflictos entre Estados y no en conflictos internos de los Estados miembros, que pertenecen a su «dominio reservado». Pero esto es ya viejo: la primera zona de exclusión aérea (también ilegal) se remonta a 1991, después de la primera guerra de Irak, desde la cual se puede empezar a contar la crisis vertical del viejo Derecho Internacional, sustancialmente garantizado por el bipolarismo Este-Oeste desaparecido a caballo entre la década de los ochenta y la de los noventa del siglo pasado.

Pero volvamos a los momentos cruciales de la llamada «primavera árabe». Si en el caso tunecino y egipcio las cancillerías occidentales demostraron mucha prudencia acerca de los posibles desarrollos políticos, económicos y militares de estos países, al agudizarse el antagonismo histórico entre la Cirenaica por un lado, donde se concentra la mayor riqueza petrolífera de Libia y la Tripolitania y el Fezzan por el otro, potencias como Francia, Estado Unidos y el Reino Unido se encuentran de pronto de acuerdo en sostener «sin peros» a los revoltosos compuestos en buena parte por islamistas radicales (particularmente numerosos serían los «hermanos musulmanes» provenientes de Egipto, los jihadistas argelinos y los afganos capitaneados por dos altos dignatarios del anterior gobierno líbico como el ex ministro de Justicia Mustafá Mohamed Abud Al Jeleil y el ex ministro del Interior, el general Abdul Fatah Younis, además de nostálgicos del rey Idris I, depuesto militarmente por Gadafi y los oficiales de Nasser el 1 de septiembre de 1969.

O, para ser todavía más precisos, como continúa repitiendo sistemáticamente el coronel desde el principio en sus acaloradas alocuciones a la nación, una revuelta monopolizada en gran parte por integrantes de «Al-Qaeda». Antes de que la insurrección incendiase la Cirenaica, grupos escogidos de tropas occidentales, capitaneados por ingleses del SAS, operaban secretamente sobre el lugar, con el objetivo de adiestrar y organizar militarmente a los efectivos rebeldes. Simultáneamente, de manera no oficial, algunos países occidentales, Francia y Gran Bretaña en primer lugar, abastecían a los insurgentes de armas y medios de locomoción que deberían haber permitido avanzar victoriosamente hasta Trípoli.

De este modo, inmediatamente después de los primeros momentos en el que se filtraban noticias más bien confusas y contradictorias acerca del desarrollo de los acontecimientos en el terreno, Francia a las 17,45 del sábado 19 de marzo, dos días después de la promulgación de la Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, 1973, supera los titubeos y anticipa la puesta en marcha de la «Coalición de los voluntariosos», de acuerdo con USA y Gran Bretaña, a los cuales se sumaron enseguida España, Qatar, Emiratos, Jordania, Bélgica, Noruega, Dinamarca y Canadá.

Para «proteger a la población civil» de Bengasi y Trípoli de los «estragos del loco sanguinario Gadafi», el presidente francés Nicolás Sarkozy impone una zona de exclusión aérea, pero –por favor, esto no–, sin ninguna intención de destronar al «dictador», colocándose de ese modo como el caudillo en la operación «Odisea al Alba», que hasta el momento ha llevado a cabo más de ochocientas misiones de ataque.

Es cuanto afirma también el almirante americano William Gortney, según el cual el coronel no se encuentra en la lista de los objetivos de la coalición, aunque no se excluye la posibilidad de que pueda ser alcanzado «sin nosotros saberlo». También el jefe de Estado Mayor británico, sir David Richards, niega que la muerte de Gadafi sea un objetivo de la coalición porque la resolución de la ONU «no lo consiente».

Evidentemente, la elección de los aliados no podía ser otra que los «rebeldes», tan fotogénicos en las tomas, mientras disparan al aire con sus ametralladoras pesadas montadas sobre su base para provecho de las cámaras de televisión. No obstante, su entidad se ha mostrado ridícula de inmediato y de poco peso en el país. Incluso adiestrada y armada hasta los dientes, la de los insurgente corre el riesgo de ser un ejército abigarrado que continuará quebrándose contra los escollos representados por el ejército fiel a Gadafi, sin que por otro lado gocen del apoyo de una buena parte de la población. Y llevar a cabo una «revuelta popular», sin estar flanqueado por el apoyo del pueblo, resulta una empresa bastante áspera, al tiempo que original.

Además, la institución a su demanda de un fantasmagórico gobierno en la sombra denominado pomposamente Consejo Nacional de Transición (CNT) e inmediatamente reconocido como legítimo por el ministro de asuntos exteriores italiano Franco Frattini, ha permitido que algunos Estados occidentales enviasen oficialmente elementos de relieve de sus propios ejércitos con la tarea de «adiestrar a los insurgentes». Por otro lado, se ha hecho también oficial el abastecimiento de armas y medios a cambio de petróleo, que antes se hacía en secreto.

Su fuerza, como han escrito periodistas ingleses, «reside por completo en el sostenimiento político y militar de que gozan en el plano internacional». En cuanto a formar un gobierno que funcione, y sobre todo a alcanzar alguna apariencia de victoria –incluso bajo la cobertura de la zona de exclusión aérea– son totalmente incapaces.

En suma, una operación con sabor épico y romántico únicamente en el nombre, pero en sustancia un ataque militar en toda regla a la soberanía de la Gran Jamarihiya Árabe Libia Popular Socialista.

 

Los motivos de la guerra relatados por los grandes medios de comunicación

Pero, ¿qué es lo que realmente ha podido justificar, más allá de los enredos mediáticos que han sido volcados en grandes dosis sobre la opinión pública, la pretensión de tal injerencia armada contra el gobierno de Trípoli travestida de «intervención humanitaria»?

Como siempre sucede en casos similares, todo comenzó con el arranque de una potente campaña mediática en la cual sin ninguna evidencia probatoria, sino únicamente en virtud de una repetición incesante del mismo mensaje, se estableció desde el principio que «Gadafi había hecho bombardear a los insurgentes en Trípoli» masacrando «a más de 10.000 personas». Una «noticia» de la que inicialmente se hicieron portavoces los dos más importantes medios del mundo árabe: Al Jazeera y Al Arabiya, considerados como una especie de CNN del Próximo y Medio Oriente. Hablamos pues de informaciones procedentes directamente de aquel mundo árabe controlado respectivamente por las aristocracias de Qatar y de Dubai.

Después del inicial ímpetu informativo, el número de «10.000 personas bombardeadas por Gadafi» es inmediatamente remachado por todos los medios internacionales hasta convertirse en un «hecho» indiscutible, casi un postulado, aunque no hubiera ninguna imagen o prueba tangible que pudiera certificar una tal carnicería. En apoyo de tan onírica información se presentaron las imágenes de supuestas «fosas comunes» en las cuales habrían sido sepultados durante la noche, siempre según los corifeos de la desinformación de masas, aquellos que habían perecido bajo los bombardeos ordenados por el «dictador loco y sanguinario». No obstante, como se descubrió casi enseguida, se trataba de imágenes engañosas y descontextualizadas, ya que aquello que se mostraba al público occidental eran las imágenes de un cementerio de Trípoli donde se realizaban las normales operaciones de inhumación de los fallecidos.

Pero, como todo experto manipulador sabe muy bien, lo que cuenta para plasmar la opinión pública es la primera impresión que se recibe, y que imprime el mensaje en el cerebro de manera indeleble. Ha sido elaborado en las narraciones de los acontecimientos históricos más importantes, el último de los cuales ha sido, sin ningún género de dudas, la obra maestra espectacular que ha pasado a la historia como los «atentados terroristas de Al-Qaeda del 11 de septiembre de 2001».

No podía ser de otra manera también en este caso, donde la primera versión mediática, propalada con diligencia al estilo de Goebbels, ha repetido insistentemente la fábula de los «10.000 muertos» y del «genocidio» llevado a cabo por el «dictador loco y sanguinario» sin ninguna evidencia, apoyándose únicamente en la pura e ininterrumpida circulación del mismo mensaje.

Desde el primer momento, el mantra recitado infinidad de veces en las redacciones del Gran Hermano ha sido sólo éste, convirtiéndose súbitamente en la Versión Oficial. Así pues, ya no había espacio alguno para la duda, al menos en los grandes circuitos de la información, ya que el hecho proclamado se imponía por sí mismo, casi motu proprio. El resto era sólo ir contracorriente o, horribile dictu, nada menos que «complotismo».

Otro elemento que ha jugado un papel decisivo, incluso en términos de aval de los conflictos de años anteriores, ha sido la casi total adhesión de la «izquierda» en casi todas sus vertientes –desde la moderada hasta los sectores más extremos– a la Versión Mediática Oficial, que en el caso italiano incluía también el rumor infundado de hipotéticos «campos de concentración» o «campos de trabajo» destinados a los inmigrantes negros procedentes de las zonas subsaharianas. Una especie de reflejo pavloviano que ha llevado, sin ningún tipo de filtro o discernimiento crítico y, lo que es aún más grave, sin ni siquiera plantearse la cuestión de quiénes fueran los insurrectos de Bengasi, a suministrar una especie de aval tácito a las operaciones de los manipuladores. Lo cual ha facilitado de hecho la labor de aquellos poderes internacionales que desde hace tiempo trabajaban para provocar una intervención militar contra Libia.

 

Salida hacia Libia

Por todas estas razones, o quizás sería mejor decir por la falta de ellas, cuando el tenor José Fallisi me ofreció la posibilidad de viajar a Trípoli para verificar, junto a un grupo de auténticos «voluntariosos» denominado The Non-Gouvernmental Fact Finding Commission on the Current Events in Libya, cómo estaban las cosas en realidad, no lo he pensado dos veces y de inmediato decidí tomar parte en la expedición.

Tras haber llegado al anochecer del 15 de abril a Djerba con un vuelo de Roma y un retraso de tres horas sobre el horario previsto, el viaje en territorio líbico nos ha presentado de inmediato la dura realidad de un escenario militar salpicado de centenares de puestos de control que cubrían por completo el territorio, desde la frontera con Túnez hasta Trípoli. Pero una vez llegados a las puertas de la capital el ambiente que se perfilaba angustioso en aquellas primeras largas horas de viaje se transforma de repente en un escenario de total normalidad. Más bien nos encontramos con una metrópoli perfectamente en orden, hermosa, muy cuidada y sin ningún signo típico de un estado de guerra incipiente. Este primer impacto ya contradecía de raíz los relatos de los periodistas amordazados que habían descrito con sosiego los escenarios caóticos, oscuros y sangrientos de los «estragos» provocados por el rais.

La primera sensación que tuve en la mañana del 16 de abril, mientras atravesábamos las calles de Trípoli directos hacia el sudeste del país, fue la de un gran apoyo popular hacia Gadafi, un apoyo pleno, apasionado e incondicional, y no desde luego de «resentimiento y hostilidad de la población» hacia él, como vociferaban desde hacía semanas los medios. Por otra, como muy bien pone de relieve el analista político Mustafà Fetouri, «una de las consecuencias imprevistas de la intervención militar en Libia ha sido la de haber reforzado la credibilidad del régimen confiriéndole aún más fuerza y legitimidad en las zonas que están bajo su control. Además, después de la agresión, ha vuelto a pulsar repetidamente la vieja tecla del antiimperialismo».

Llegados a la ciudad de Bani Waled, a unos 125 kilómetros al sur de Trípoli, en el interior de una vasta comarca montañosa, nuestra delegación fue recibida calurosamente por los responsables de la Facultad de ingeniería electrónica. Este territorio alberga a la mayor Tribu de Libia, los Warfalla o Warfella, que con sus 52 clanes y alrededor de millón y medio de efectivos representa la Tribu más grande de la Tripolitania, donde se encuentra el 66% de la población líbica (en la Cirenaica vive el 26-27% y el resto en el Fezzan), extendiéndose también por el distrito de Misratah (Misurata) y, en parte, por el de Sawfajin.

Nos dirigimos después a la plaza central de la ciudad, donde se estaba desarrollando una manifestación contra la agresión de la Coalición occidental hacia Libia. Aquí la sensación que habíamos advertido unas horas antes al atravesar la capital se convierte en realidad palpable, y las demostraciones de apoyo incondicional a favor del líder líbico no dejan lugar a ningún posible malentendido. El eslogan que nos acompañó a los largo de todo nuestro recorrido fue Allah Muamar ua Libia ua bas! (¡Allá, Gadafi, Libia y basta!), que se ha convertido en una especie de estribillo repetido un poco por todas partes. Mientras, entre los enemigos de Libia, Sarkozy es sin duda el que más está en el punto de mira y contra el cual se dirigen la mayor parte de las mofas («¡Down, down, Sarkozy!»). Le siguen a continuación los demás líderes occidentales que se han distinguido en la agresión «humanitaria», como el surrealista Premio Nobel Barack Obama, al que ocasionalmente le han puesto el epíteto de U-Bomba, y así sucesivamente todos los demás.

Después fuimos conducidos a un amplio complejo de viviendas circundado por un muro, donde fuimos recibidos por los jefes de las Tribus de los Warfalla, todos ellos vestidos con sus trajes tradicionales. Ayudados por intérpretes, pero también por un jefe de clan anciano que habla un buen italiano, se nos confirma la estrecha alianza de la tribu con Gadafi y su total determinación a luchar, en el desgraciado caso de que fueran invadidos militarmente, «hasta el fin». «Si decidieran invadir Libia, sabremos cómo responder, nos dice uno de los jefes de la tribu blandiendo en alto con sus nudosas manos un flamante kalashnikov. No hay ninguna arrogancia en sus palabras, únicamente la firme determinación de no permitir que su país se vea inmerso en el caos, tal como sucedió en Kosovo, Afganistán e Irak, que desde la ocupación militar anglo-americana se han convertido quizá en los lugares más peligrosos de la tierra y en los cuales se puede morir yendo simplemente al mercado, en un restaurante, en un banco o simplemente andando por la calle. Estos son los «resultados» después de casi un decenio desde las primeras intervenciones humanitarias y de las consiguientes operaciones de mantenimiento de la paz, que ahora cualquier celoso «exportador de democracia» querría repetir en Libia…

Por cualquier parte que uno se mueva, sea por Trípoli o por sus inmediatas periferias, la pregunta que continuamente nos formulan las personas con las que entramos en contacto es la siguiente: «¿Por qué Francia, Inglaterra y los Estados Unidos nos bombardean? ¿Qué les hemos hecho? ¿Por qué Italia, después de haber estipulado con nuestro país un tratado de amistad y de no agresión, nos ha hecho esto?». Preguntas sacrosantas, a las que las agresiones militares anglo-americanas de los años precedentes suministran una respuesta demasiado evidente.

En los siguientes días continuamos nuestras exploraciones visitando escuelas de diverso orden y grado en Trípoli y sus alrededores donde nos encontramos con las mismas manifestaciones de apoyo y participación. Lo que sorprende en estos muchachos que la prensa occidental querría presentar como escasamente «emancipados» respecto a nuestros salvajes con teléfono móvil, es la plena comprensión de lo que está sucediendo en perjuicio de su país y el peligro que representaría para la suerte de Libia, si por cualquier causa fuese invadida militarmente: pero en su cara no hay ningún rastro de sumisión o resignación ante estos hechos, sino más bien una firme voluntad de resistir «con cualquier medio». Es también el deseo de transmutar la pesadez de las circunstancias, en la medida de lo posible, por momentos de pasión compartida.

Desde los suburbios de Trípoli, donde nos encontramos con la gente por la calle, en sus casas o en sus lugares de trabajo, pasando por los médicos heridos durante los bombardeos y actualmente hospitalizados, hasta las concentraciones en el corazón batiente de la ciudad, siempre vemos la misma disposición de ánimo hacia la jefatura de su país y hacia la situación que, día tras día, viene angustiosamente perfilada por los boletines radio-televisados.

El único elemento realmente anómalo y en muchos sentidos sorprendente, sobre todo porque estamos hablando de uno de los grandes países productores de petróleo del mundo, son las largas filas de kilómetros y kilómetros de automóviles parados a un lado de las calles, y que comienzan ya a formarse en las primeras horas de la noche, esperando el turno para abastecerse en las estaciones de servicio. También esto es una paradoja, una de tantas paradojas en la que es pródiga cualquier guerra.

Moviéndonos a lo largo y ancho de la capital no nos encontramos con ninguna señal de bombardeos contra la población líbica por parte de Gadafi, que fue el motivo desencadenante por el cual fueron promulgadas las Resoluciones de la ONU y que de hecho dieron vía libre a la agresión militar. Y, no obstante, para provocar más de «10.000 muertes», sobre todo cuando se habla de bombardeos en una gran ciudad como Trípoli, necesariamente se habrían producido grandes daños urbanísticos y habrían dejado grandes cantidades de indicios diseminados por las calles. Pero este es un detalle que poco les importa a los señores de la información: lo que cuenta es el pánico virtual creado con oficio, que, sin embargo, está ya produciendo efectos muy concretos.

Las únicas señales tangibles de bombardeos las encontramos, por el contrario, en algunas localidades cercanas a los suburbios de Trípoli, en Tajoura, Suk Jamal y Fajlum, donde después de repetidos bombardeos de la OTAN, encontraron la muerte más de cuarenta civiles. Lo verificamos directamente sobre el terreno, cuando nos trasladamos a la factoría sobre la que se lanzaron algunas bombas que han causado daños en los edificios adyacentes, y en los cuales son aún bien visibles los fragmentos de los ingenios explosivos. Tendríamos confirmación en el hospital civil de Tajoura, donde las autoridades médicas nos mostraron los documentos oficiales que atestiguan las muertes causadas por las bombas lanzadas por la Coalición.

La confirmación oficial de la situación que hemos comprobado sobre el terreno no es suministrada también por Moussa Ibrahim, portavoz del gobierno líbico, en un encuentro en el Hospital Rixos, el cual nos ilustra sobre la posición del gobierno a este respecto. Después de haber trazado un cuadro de los acontecimientos bélicos y diplomáticos en los dos últimos meses, Ibrahim se pregunta por qué los organismos internacionales responsables no consintieron, antes de iniciar los bombardeos, el envío a Libia de una misión de investigación para verificar los hechos, como había pedido Gadafi en varias ocasiones, y confirmar personalmente los siguientes puntos: 1) la dinámica real de los hechos sobre cómo se desencadenó la rebelión, que fue pertrechada inmediatamente; 2) cuáles son sus verdaderos objetivos, si se trata de secesionistas, más allá de la bandera elegida y de su aparente líder, el ex ministro de Justicia líbico Jelil; 3) quién y qué ha bombardeado; 4) hasta qué punto y a través de qué canales los rebeldes se han armado; 5) cuántas son las víctimas civiles de los presuntos bombardeos de Gadafi y de los llamados «voluntariosos», y así sucesivamente.

«Además –insiste Ibrahim– el envío a Libia de una tal delegación para verificar cómo están realmente las cosas habría tenido un coste inferior al de un único misil de crucero Tomahawk, y de estos misiles se han lanzado más de 250 en estos días. ¿A qué es debida esta hipocresía de Occidente hacia nosotros? ¿Por qué no fue impuesta una zona de exclusión aérea también en Israel cuando bombardeó Gaza durante más de un mes sin que ningún país tuviese nada que objetar? ¿Por qué dos países y dos varas de medir, cuando ya ha sido verificado que nunca hemos bombardeado, y lo repito con toda firmeza, a nuestra población?

Pero una comisión internacional de observadores, a pesar de las insistentes peticiones por parte de las autoridades líbicas, no ha sido enviada nunca y se ha continuado salmodiando la ya vulgar versión del «dictador sanguinario Gadafi» que bombardea y oprime a «su propio pueblo». Occidente, o ese discreto número de países que se ha arrogado abusivamente el derecho de hablar en nombre del mundo entero, ha rechazado también la oferta de Chávez de actuar como mediador para Libia, a pesar de estar apoyada por numerosos países latinoamericanos y por la misma Unión Africana.

Pudimos verificar personalmente al anochecer del 17 de abril en Bäb al ‘Azïzïyah, la residencia-bunker de Gadafi, cuán engañosas son las informaciones que circulan por los grandes medios occidentales a propósito de la popularidad de Gadafi entre la gente de Trípoli y en general de Libia; a pesar de los estrechos controles de las fuerzas de seguridad, fuimos los únicos occidentales que tuvimos acceso al parque situado delante del bunker del rais. El espectáculo que se ofrece a nuestros ojos al entrar en el parque donde se encuentra la antigua residencia de Gadafi bombardeada por los americanos el 15 de abril de 1986 –en la cual, por lo demás, perdió la vida su hija adoptiva Hana– y dejada voluntariamente en aquel estado a modo de testimonio histórico, contradice al primer golpe de vista la versión propagandista que circula por Occidente. Aquí, cada anochecer, desde que se iniciaron los «bombardeos humanitarios» contra la Jamahiriya Árabe Líbica, se celebra un gran encuentro animado por millares de personas, desde recién nacidos para los cuales se ha habilitado una amplia guardería hasta los ancianos que se emplazan con sus narguilé bajo una tienda repleta de cojines y alfombras. Una gran plataforma montada ante la vieja casa del coronel es el escenario sobre el que se alternan música, palabras, proclamas y entretenimientos para atemperar una atmósfera que cada día que pasa se hace más pesada.

El verdadero sentido de esta concentración, de la cual los medios de comunicación occidental se guardan de informar, «es la cercanía y el afecto de los libios hacia el hermano Gadafi», como me explica un joven y culto ingeniero electrónico que nos guía a lo largo de nuestra visita; un «hermano y un padre» hacia el cual es perceptible el afecto tributado por su gente. Por eso se encuentran allí todas las noches, para hacerle sentir con su presencia todo su calor y hacer de escudo con sus propios cuerpos a nuevas posibles incursiones tras la del 21 de marzo de 2011, incursiones que se repitieron en la noche del 25 de abril, cuando un edificio destinado a oficinas situado en el complejo de Bäb al ‘Azïzïyah fue destruido por un misil  Tomahawk lanzado desde un submarino de la Royal Navy siguiendo coordenadas suministradas por las fuerzas especiales de Londres infiltradas también en la capital.

La última cita con miembros del gobierno fue con el viceministro de asuntos exteriores, Khaled Kaim, que con gran abundancia de detalles recorre instante a instante los desarrollos de la crisis, de la presencia entre los «revoltosos de Bengasi» de varios elementos de los «hermanos musulmanes» y otros jihadistas extranjeros, que ya desde el inicio fue detectada por las autoridades líbicas, de la extraña sincronía que hizo que, el 26 de febrero, el personal de diversas embajadas presentes en Trípoli partiera sin ninguna explicación plausible, hasta de las razones geopolíticas que han hecho que Libia se volviese un objetivo apetecible para los intereses occidentales ya desde hace muchos años.

Kaim pone a nuestra disposición todo el material de vídeo y las informaciones de prensa internacionales que cubren por completo la secuencia temporal puesta a examen, a fin de estudiarla a fondo en toda su amplitud para poder emitir un juicio objetivo sobre los hechos. Su esperanza, dirigida idealmente a la opinión pública occidental, es la de que no se dejen hipnotizar por informaciones ad usum delphini difundida en estos meses por los grandes medios, sino que dirijan su mirada al contencioso entre el gobierno y los «rebeldes» que de todos modos, según su valoración a raíz de la intervención militar de la OTAN en las cuestiones líbicas internas, ha vuelto mucho más complicado y ha dilatado en el tiempo un posible proceso de pacificación nacional.

Sólo nos queda, antes de despedirnos, encontrarnos con la última personalidad de relieve en el programa de nuestra agenda, Monseñor Giovanni Martinelli, el obispo de Trípoli, uno de los últimos italianos que se quedaron en la ciudad después del estallido de la crisis que, junto a la combativa representante de importaciones-exportaciones italo-líbica Tiziana Gamannossi, nos confirma en el curso del coloquio todo lo que ya habíamos descubierto durante nuestra misión de investigación: es decir, que el gobierno líbico no ha bombardeado a su población, sino que los únicos muertos a causa de los bombardeos han sido provocados por la OTAN en Tajoura; que la única posible solución del contencioso es el diálogo, no las bombas; que «los ‘rebeldes de Bengasi’ se han hecho reos de graves crímenes hundiendo al país en el caos».

Martinelli añade que el ataque militar aliado a Libia es injusto y erróneo, tanto desde un punto de vista táctico como estratégico, porque las bombas reforzarán a Gadafi y le permitirán vencer. El suyo es un juicio ponderado y pleno de sufrimiento, expresado además por un hombre que no nutre ninguna inclinación apriorística hacia el coronel, pero que reconoce en él con mucho equilibrio los errores y aciertos en la conducción del país. «Un hombre con mucho carácter y muy decidido –añade el padre Martinelli– que ha favorecido, desde que tomó el poder, la libertad de movimiento y la libertad política, religiosa, y que ha permitido que en Libia conviviesen pacíficamente cinco confesiones religiosas». «En más de cuarenta años –concluye el obispo de Trípoli despidiéndose de nosotros– no he sufrido ninguna provocación de nadie, y nuestra comunidad convive serenamente con todas las demás. Encontrarme cualquier otro lugar en el que todo esto sea posible». Y cómo contradecirle, viendo el panorama actual del Próximo Oriente.

Si de verdad queremos dirigir nuestra mirada a la sustancia y no a la propaganda bélica que arraiga con fuerza en los medios con graves daños para Libia, la expectativa de vida de sus habitantes se sitúa en torno a los 75 años de edad, un verdadero record si consideramos que en algunos países del continente africano la media se sitúa en torno a los 40 años. Cuando Gadafi tomó el poder, el nivel de analfabetismo en Libia era del 94%, mientras que hoy más del 76% de los libios están alfabetizados y son muchos los jóvenes que estudian en universidades extranjeras. La población del país, al contrario de lo que sucede en Egipto o Túnez, no carece de alimentos y servicios sociales indispensables. Además, antes del ataque franco-británico el gobierno de Libia había lanzado un programa de edificaciones populares económicas en el cual se habían invertido más de dos mil millones de denarios, que debía consentir la construcción de alrededor de 647.000 casas en todo el país para una población de unos seis millones de habitantes. Un proyecto que naturalmente esta ahora parado, y que será retomado –si alguna vez lo es– quién sabe cuándo.

En este punto, el cuadro que tenemos ante nuestros ojos ha tomado contornos perfectamente delineados; sería muy interesante proseguir hacia la parte oriental del país, donde se llevan a cabo los enfrentamientos más graves, pero por razones de seguridad nos desaconsejan emprender un viaje de esa naturaleza. Aunque, no obstante, tenemos los elementos necesarios para entender que las Resoluciones 1970 y 1973 promulgadas por el Consejo de Seguridad carecen de todo fundamento. Y por tanto las razones de esta intervención armada deben buscarse en otra parte.

El encargo de referir minuciosamente todo lo que hemos podido reunir en el curso de la misión se confió a David Roberts, portavoz del British Civilians For Peace in Libya, durante la conferencia de prensa abierta a todos los medios internacionales presentes en Trípoli que tiene lugar en el lujoso Hotel Rixos; en la que incluso se proyectó un documental montado en tiempo record por el extraordinario reportero gráfico y activista inglés Ishmahil Blagrove; la conferencia de prensa es también la ocasión para dar cuenta a los medios de todos los documentos, la verificación probatoria y las evidencias recogidas por la «Fact Finding Commission» durante sus investigaciones. Después de la exposición de los resultados a los que la comisión había llegado, se procedió a evidenciar todas las omisiones y manipulaciones llevadas a cabo por los medios desde el inicio de la guerra.

Esto no les gustó en absoluto a algunos periodistas y mediobustos[1][1] de las grandes cabeceras inglesas y americanas presentes en la sala, los cuales sintiéndose acusados por las evidentes distorsiones a las que se prestaron durante sus servicios informativos y que nuestras indagaciones sobre el terreno habían sacado a la luz, reaccionaron furiosos y con rabia, negando haber llevado a cabo un «trabajo sucio» y asegurando que más bien habían suministrado todas las informaciones que estaban en su poder.

Una evidente patraña, considerando que con los pocos medios puestos a nuestra disposición habíamos desmantelado casi por completo su castillo construido sobre la arena, nunca mejor dicho, en los meses precedentes. Y que por un instante, todavía enfervorecido por lo que había visto y oído, pensé en comunicárselo a la diligente bombardera de Libia Anna Finocchiaro, jefa de grupo del PD en el Senado, que estaba sentada detrás de mí en el avión que me traslada de Túnez a Roma. Pero habría sido una molestia inútil, me dije enseguida, a la vista de la determinación asumida en primera persona por la «izquierda» etimológica para conducir a un punto de no retorno a esta sucia guerra.

Como advertía el gran escritor Mario Mariani, «los periodistas y los políticos no deben entender de nada, pero deben hacer como si entendieran de todo». Lo único que realmente cuenta para ellos, es poseer un buen olfato para saber en qué dirección is Blowing the Wind…

 

Las verdaderas razones de la guerra contra Libia

De este modo, poco a poco, después de haber verificado en primera persona cómo estaban realmente las cosas sobre el terreno, y gracias a la red de páginas web o blog interesados en dar auténtica información y no propaganda, se comenzaban a hacer amplios análisis serios y documentados sobre la etiología de los hechos líbicos. Y cada vez se abría paso con más fuerza lo que, verosímilmente, parecían ser los motivos reales de la intervención de occidente contra Libia, planificada desde mucho tiempo antes. En primer lugar, apoderarse de los enormes yacimientos de petróleo líbico, estimados en cerca de 60 mil millones de barriles y cuyos costes de extracción son de los más bajos del mundo, sin contar las enormes reservas de gas natural valoradas en 1,5 billones de metros cúbicos.

Pero eso no es todo. Desde el momento en que Washington borró a Libia de la lista de proscripción de los «Estados canallas», Gadafi ha tratado de hacerse un espacio diplomático internacional con repetidos encuentros en la patria y en las mayores capitales europeas. En 2004, por ejemplo, Tony Blair, entonces Primer Ministro británico, fue el primer líder occidental en viajar a Libia, que de ese modo se convirtió en un país al que rendir visitas frecuentes. Y en diciembre de 2007, París se tomó la molestia de extender la alfombra roja en el parque del Hotel Marigny, donde el coronel había plantado su tienda. ¿Qué ha cambiado desde entonces que justifique el encarnizamiento de Gran Bretaña y Francia contra el régimen de Trípoli cuando antes eran tan amigos?

La respuesta nos la ha proporcionado el diario estadounidense The Washington Times. Este periódico puso de relieve el pasado marzo que son los 200 mil millones de dólares de los fondos soberanos líbicos lo que hace que los occidentales tiemblen. Porque ese es el dinero que circula en los bancos centrales, en particular en los británicos, estadounidenses y franceses. Víctimas de una crisis financiera sin precedentes, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos quieren a toda costa apoderarse de estos fondos soberanos. «Estas son las auténticas razones de la intervención de la OTAN en Libia», afirma Nouredine Leghiel, analista bursátil argelino transferido a Suecia que fue uno de los primeros expertos en plantear la cuestión. Estos 200 mil millones de dólares, de los cuales los occidentales sólo hablan a media voz, están por el momento «congelados» en los bancos centrales europeos. ¿El motivo? Que esta inmensa montaña de dinero se ha asociado con la familia Gadafi, «lo que es completamente falso», como subraya Leghliel, pero que sin embargo autoriza a los tiburones de las maltrechas finanzas internacionales a meter la hucha en sus arcas.

«Cuanto más dure el caos, más durará la guerra y más provecho sacarán los occidentales de esta situación que les es ventajosa», aclara aún Leighliel. El caos en la región beneficiaría a todo occidente. Los británicos, sofocados por la crisis financiera, encontrarían de ese modo los recursos necesarios. Los estadounidenses con objetivos meramente militares, se instalarían de forma definitiva en la franja del Sahel y Francia podría recuperar el papel de subarrendatario en esta región a la que considera como una especie de apéndice suyo.

El asalto a los fondos soberanos libios, como es fácilmente previsible, tendrá un impacto particularmente fuerte en África. Aquí la Libyan Arab African Investment Company ha hecho inversiones en más de 25 países, 22 de los cuales en el África subsahariana, programando de acrecentarlos en los próximos cinco años, sobre todo en el sector minero, manufacturero, turístico y en el de las telecomunicaciones. Las inversiones líbicas han sido decisivas en la realización del primer satélite de la Rascom (Regional African Satellite Communications Organization) que, habiendo entrado en órbita en agosto de 2010, permite a los países africanos empezar a independizarse de las redes de satélites estadounidenses y europeas, con un ahorro al año de centenares de millones de dólares.

Todavía más importantes han sido las inversiones libias en la realización de los tres organismos financieros puestos en marcha por la Unión Africana: el Banco africano de inversiones, con sede en Trípoli; el Fondo monetario africano (FMA), con sede en Yaoundé, la capital de Camerún y el Banco central africano en Abuja, la capital nigeriana. El Fondo será financiado principalmente por los países africanos y, por cuanto se sabe, Argelia dará 14,8 mil millones de dólares USA, Libia 9,33, Nigeria, 5,35, Egipto, 3,43 y Sudáfrica 3,4.

La creación del nuevo organismo es (o era) considerada una etapa crucial hacia la autonomía monetaria del continente. En efecto, según las Naciones Unidas, en África el peso de la balanza comercial mundial se ha contraído notablemente en los últimos veinticinco años, pasando del 6 al 2%; efecto debido, siempre según las Naciones Unidas, a la presencia de unas cincuenta monedas nacionales no convertibles entre sí. Esto representaría un freno a los intercambios comerciales entre los Estados africanos, por ello la principal tarea del FMA es promover los intercambios comerciales creando el mercado común africano. Un paso necesario para la estabilidad financiera y el progreso de la economía del continente, que además decretaría el fin del franco CFA, la moneda que se ven obligados a usar 14 países, ex-colonias francesas.

Lo que hemos apenas expuesto podría ser la verdadera razón, o uno de los motivos principales que ha provocado la intervención militar, primero oculta, declarada y explícita después, de las viejas potencias coloniales del Continente Negro: Francia, Reino Unido y Estados Unidos. Sea como fuere, la congelación de los fondos líbicos y la consiguiente guerra asestan un durísimo golpe al proyecto en su conjunto.

Pero si Occidente quiere realmente anular a Gadafi para apropiarse de Libia y de sus recursos, deberá resignarse enseguida a cambiar de estrategia. Dicho de otro modo, deberá hacer que sus heroicos soldados desciendan de los aviones y de las naves, desde donde bombardean cómodamente sentados teniendo en la mano el joystick de la playstation y mandarlos a tierras líbicas, a combatir, matar y ser a su vez muertos. En este punto será absolutamente necesario quitarse la careta, evitar esconderse tras el pretexto de «intervenciones humanitarias», manifestar abiertamente sus ambiciones y aceptar la fila de ataúdes que volverían a casa cada semana. ¿Pero serán capaces, después de que el mundo asiste consternado al empantanamiento en el que se hallan inmersas las mayores potencias militares de la historia tras un conflicto que dura ya más de diez años en Afganistán e Irak?

                                              
                                                                                                                                                          

Paolo Sensini, mayo 2011



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7 juillet 2011 4 07 /07 /juillet /2011 17:42

 

Ecuador: la construcción de un nuevo modelo de dominación
En los últimos meses un repugnante olor a maccartismo, a estalinismo, ha comenzado a percibirse en algunos procesos de cambio.
Raúl Zibechi | Viento Sur.-

La política ecuatoriana muestra claros signos de esquizofrenia. El gobierno emplea un lenguaje revolucionario, en todos los discursos apela a la “Revolución Ciudadana”, pero los hacedores de ese proceso, los que con sus luchas desde el levantamiento del Inti Raymi de 1990 deslegitimaron el neoliberalismo e hicieron caer tres presidentes, son acusados de “infantiles” y de “terroristas”.

Los mismos dirigentes indígenas y sindicales que lucharon para que Rafael Correa llegara a la presidencia, sufren prisión y están sometidos a juicios. Más de 180 dirigentes indígenas han sido acusados de “terrorismo y sabotaje”, entre ellos el presidente de la CONAIE, Marlon Santi, y el de Ecuarunari, Delfín Tenesaca, quienes dirigen las dos más importantes organizaciones sociales del país.

Personalidades como Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Constituyente y ex amigo personal de Correa, quien trabajó para incluir los conceptos de Buen Vivir (Sumak Kawsay) y los “derechos de la naturaleza” en la Constitución, son acusados de “traidores” por el presidente. Entrevistado por Ignacio Ramonet, Correa nunca se refirió como terroristas a los policías que, según su opinión, pretendían dar un “golpe de Estado” y atentar contra su vida. Aliado con empresarios tradicionales de la derecha, Correa reserva sus dardos más envenenados contra la izquierda, algo que no puede sonar a nuevo para quien conozca la historia del movimiento obrero y socialista.

En los últimos meses un repugnante olor a maccartismo, a estalinismo, ha comenzado a percibirse en algunos procesos de cambio. Alvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, dijo que el trotskismo “no es ultraizquierda sino es la ultraderecha camuflada. Peligroso. Algunos de esos dirigentes dirigen sindicatos, hablan de un discurso revolucionario para que regresen los de antes, los que agarrarán la wiphala, la quemarán y la pisarán, porque así ha sido la derecha”[1]. Al celebrar los 40 años de la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia, exhortó a los dirigentes a desenmascarar a los traidores en los sindicatos y buscar la unidad en torno al liderazgo del presidente Evo Morales, en contra del trotskismo que “es la avanzada política de la extrema derecha” que en el pasado acabó con gobiernos populares como el de Juan José Torres y Hernán Siles Zuazo, para dar paso a Hugo Banzer y Víctor Paz Estenssoro[2].

En Ecuador el presidente Correa está convencido que la mayor amenaza para el “Socialismo del siglo XXI” viene de lo que denomina como la izquierda “infantil” y grupos ambientalistas e indígenas que, dice, rechazan la modernidad. Por eso critica al que dice “no al petróleo, a las minas, a no utilizar nuestros recursos no renovables. Eso es como un mendigo sentado en un saco de oro”[3]. Cuando la población amazónica de Dayuma realizó un paro y corte de carretera en noviembre de 2007, decretó el estado de emergencia, militarizó la región, sus habitantes fueron maltratados y varias decenas torturados. Correa habló en cadena nacional: “Tolerancia cero a todo el que quiera hacer paros y generar caos, anarquistas que están acostumbrados con los otros gobiernos a paralizar el desarrollo del país cuando les da la gana, los castigaremos con todo el rigor de la ley”. Se dirigió a las comunidades afectadas por la minería que se movilizan contra la entrega de sus territorios: “Las comunidades no son las que protestan sino un grupo de terroristas”[4].

 

Estos discursos encendidos contra los movimientos y las izquierdas escalan cuando se producen movilizaciones populares, como sucedió durante el reciente “gasolinazo” en Bolivia y cada vez que los indígenas deciden “levantamientos” en defensa de sus territorios, contra la minería y las petroleras. Atribuir la represión y el contenido ideológico de los discursos a características personales -suele decirse que Correa es apasionado y se “va de boca”- tiene escasa consistencia. La apuesta es indagar algunas características del régimen de la Revolución Ciudadana que permitan encontrar las razones de estas políticas de criminalización de los movimientos y alianza simultánea con las corporaciones multinacionales. A modo de hipótesis –porque la realidad nos impone cautela por su cercanía temporal– pero intentando ir más allá de la coyuntura, pretendo abordar tres aspectos centrales: la relación entre la hegemonía del capital financiero-extractivista y la imposición de un “estado de emergencia económico”, siguiendo el análisis que hace la economista brasileña Leda Paulani para su país; la hegemonía política de un sector que, llegado al gobierno, hace lo contrario de la misión que le fue encargada, para lo que utilizo el concepto de “hegemonía al revés” de Chico de Oliveira; y, por último, indagar acerca de la instalación de un nuevo modelo político, de la mano del economista ecuatoriano Pablo Dávalos.

Capital financiero y neo-extractivismo

El neoliberalismo aterrizó en nuestro continente latinoamericano aplicando una suerte de “estado de emergencia económico”, que con los gobiernos progresistas se ha convertido en permanente[5]. Leda Paulani se inspira en el conocido trabajo de Giorgio Agamben (Estado de excepción) y en particular en el momento en que Roosvelt, en 1933, exige un poder ilimitado ante las dificultades que generaba la crisis, haciendo un paralelismo entre la emergencia militar y la emergencia económica. En opinión de la economista, plenamente compartible, la restauración democrática en la década de 1980 fue posible bajo las premisas de la instalación de un estado de emergencia económico permanente, “haciendo de la excepción el paradigma de gobierno”[6].

Esa excepcionalidad permitió al gobierno de Fernando Henrique Cardoso hacer pasar el proceso de privatizaciones, algunas de ellas escandalosas, con la justificación de que la grave situación económica así lo imponía. Si no se privatiza –decía el discurso neoliberal– el país marchará a la catástrofe. La desregulación era una medida imprescindible si se pretendía “salvar” la economía, el mismo argumento que se utiliza cuando se pretende “salvar la nación” a punto de ser destruida por un enemigo exterior. Ya bajo el gobierno Lula se aplicaron las mismas lógicas para imponer un superávit primario superior al que exigía el FMI, el aumento de las tasas de intereses que perjudican al país y la reforma regresiva de las jubilaciones, entre las más destacadas. Concluye que “el gobierno Lula hizo de la creación voluntaria de ese estado de emergencia permanente la práctica esencial de su gobierno”[7]. Un ejemplo: cuando el presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, fue acusado de corrupción, Lula hizo aprobar una Medida Provisoria, en agosto de 2004, para darle estatus de ministro y salvarlo así de cualquier imputación jurídica.

Finalmente, sostiene que la hegemonía del régimen de acumulación financiera, acumulación por desposesión en los términos de David Harvey, impone un estado de emergencia económica permanente porque con su cortoplacismo y su avidez de ganancias genera inestabilidad permamente. En ese sentido, la reforma previsional de Lula, que fracturó al PT con la salida entre otros de la senadora Heloisa Helena y la creación del PSOL, “abrió inmediatamente a la acumulación privada todo el inmenso territorio de la previsión social”, ofreciéndole a la especulación los altos salarios del sector público[8]. Hoy los fondos de pensiones son la principal herramienta que tiene el gobierno para influir en la economía, al punto que controlan una porción decisiva de las grandes empresas privadas y, por supuesto, las estatales.

 

En Ecuador, el “estado de emergencia económica” fue la gran excusa para imponer la dolarización, en enero de 2000, en medio de la mayor crisis económica y política que conociera el país, que se saldó con la caída del presidente Jamil Mahuad, la creación de parlamentos populares en las provincias y la “toma del poder” durante unas horas por una alianza de indígenas y militares. De ese modo el país perdió su soberanía monetaria. El dólar como nueva moneda nacional provocó un fuerte aumento de los precios, no logró detener el alza del costo de vida, generó dificultades para la inversión y sólo puede sostenerse por las remesas de los emigrantes y por alto precio del petróleo. Sin embargo, “la dolarización se convirtió en el debate prohibido durante el período de Alanza País”, según Pablo Dávalos[9]. Bajo el gobierno de Correa el tema no se discute, aunque se emiten discursos que hablan de “soberanía” y “revolución”. Los argumentos para no revertir la dolarización aseguran que generaría graves tensiones económicas y sociales, ya que las clases medias se han beneficiado multiplicando su capacidad de consumo.

La segunda cuestión se relaciona con la hegemonía del sector financiero-extractivo. El país sigue dependiendo de las exportaciones de petróleo, que representan el 60% del total y cerca de la mitad de los recursos fiscales. La contracara es que el desempleo y el subempleo alcanzan al 60% de la población económicamente activa. En 2008 el sector bancario y financiero tuvo las mayores ganancias de su historia, en medio de una fuerte concentración del sector, al punto que un solo grupo controlaba el 40% de los activos del país. En los cuatro años de Correa (2007-2010) “los procesos de concentración y centralización de capital de los grupos económicos jamás tuvieron contratiempos”, mientras los nueve mayores conglomerados empresariales representan el 15% del producto interno bruto[10].

Pero se han creado nuevos grupos como consecuencia de la gestión económica de Alianza País. Entre los diez grupos más importantes figura el del hermano de Rafael Correa, con activos de 300 millones de dólares, que ha sido defendido por el presidente aunque realizó de forma ilegal contratos con el Estado por 80 millones de dólares[11]. En vez de explicar en qué consistieron esos contratos ilegales, que Correa asegura mandó suspender, el presidente atacó al partido de izquierda Movimiento Popular Democrático que hizo la denuncia por ser “el mejor aliado de la derecha”. El sector financiero es intocable porque tiene capacidad de desestabilizar el país, algo que la Revolución Ciudadana quiere evitar. Ante esos límites el mejor camino está siendo la alianza con ese mismo capital.

La tercera cuestión en la que aparece el estado de emergencia económico como constricción, son las concesiones mineras que deben hacerse por “imperiosa necesidad” e imponiendo la militarización de aquellos territorios y comunidades que se resisten. Por eso el régimen ha encauzado como terroristas a casi 200 dirigentes sociales. Alberto Acosta lo dijo de forma transparente en un artículo en el que analiza la detención de varios dirigentes shuar. “El uso de la justicia como mecanismo de terror”, es el resultado de no haber legislado para adecuar el cuerpo legal a la nueva Constitución:

Los derechos establecidos en dicha Constitución no han sido transformados aún en herramientas legales que erradiquen todas aquellas prácticas represivas con las que se chantajea y siembra el terror en las comunidades, en este caso en las comunidades shuar. Tenemos un código penal en donde se configura el delito de terrorismo de manera tan general, que no se compadece con los verdaderos delitos de terrorismo. Así el artículo 160,1 del código penal se considera como terroristas a quienes    ‘individualmente o formando asociaciones, (…) armados o no, pretextando fines patrióticos, sociales, económicos, políticos, religiosos, revolucionarios, reivindicatorios proselitistas, raciales, localistas, regionales, etc., cometieren delitos contra la seguridad común de las personas o de grupos humanos de cualquiera clase o de sus bienes:....y a  quienes construyeran barricadas, parapetos, trincheras, obstáculos, etc., con el propósito de hacer frente a la fuerza pública en respaldo de sus intenciones, planes, tesis o proclamas’. [12]

El razonamiento parece claro. Quien se opone al desarrollo, personificado en este caso en las concesiones mineras, está atentando contra el Estado, la estabilidad y el futuro del país, por lo que merece ser considerado “terrorista”. Lo que se omite en este discurso son las razones por lass cuales las concesiones mineras son tan importantes para la estabilidad: la acumulación por desposesión, pese a lo desastrosa que pueda ser para los pueblos, asegura una mínima estabilidad fiscal a un Estado que depende de las exportaciones de petróleo y las concesiones mineras para recaudar. Porque el gobierno de la Revolución Ciudadana no ha promovido una reforma fiscal que obligue al sector financiero, por ejemplo, a tributar en forma responsable, mientras la dolarización arrasó con la escasa industria nacional.

Despolitizar y cooptar

Cuando el sociólogo brasileño Francisco de Oliveira –fundador del PT y luego del PSOL– acuñó el concepto de “hegemonía al revés”, hace ya cuatro años, estaba buscando respuestas para una realidad que lo desconcertaba porque encontraba pocas referencias en otras experiencias como las que encabezó la socialdemocracia en Europa. Dos años después, en un nuevo artículo titulado “El revés del revés”[13], confesó que había querido hacer una provocación a partir de conceptos de Gramsci para intentar comprender regímenes políticos como el Brasil de Lula y la Sudáfrica del Congreso Nacional Africano, que al llegar al poder practican políticas que son el revés del mandato de clase recibido en las urnas.

En “hegemonía al revés” constata que “cuando las clases dominadas toman la ‘dirección moral’ de la sociedad, la dominación burguesa se hace más descarada”[14]. Para explicar esa paradoja pone el foco en tres aspectos. El primero es la dilución del conflicto (desparecen los enemigos de clase, dice) como parte de un proceso que convierte la política partidaria en algo irrelevante en el capitalismo actual. En segundo lugar, las políticas sociales juegan un papel central en la cooptación y neutralización de los movimientos, ya que se despolitiza la cuestión de la pobreza y la desigualdad y se la convierte en un problema administrativo y técnico. La síntesis es que se puede reducir la pobreza sin tocar la desigualdad ni la brutal concentración de la riqueza que registra América Latina, si se adoptan los instrumentos adecuados para ello como el plan Bolsa Familia[15].

Esta doble combinación de políticas sociales y reducción del conflicto social, lubrican la profundización de la acumulación por desposesión, de modo que aquellos que interfieran en ese proceso, ya sean los que protestan contra la represa de Belo Monte en Brasil, contra la explotación de la Amazonia en Perú y Ecuador, son apartados a un lado como obstáculos al progreso. “Todo el que se opone al desarrollo del país es un terrorista”, dijo Correa en la cadena nacional del 1 de diciembre de 2007. Y aquí viene el tercer aspecto, corolario de los anteriores, que abre las puertas a una nueva comprensión de nuestras realidades:

En los términos de Marx y Engels, de la ecuación “fuerza+consentimiento” que conforma la hegemonía, desaparece el elemento “fuerza”. Y el consentimiento se transforma en su contrario: no son más los dominados los que consienten su propia explotación. Son los dominantes –los capitalistas y el capital- quienes consienten en ser políticamente conducidos por los dominados, a condición de que la “dirección moral” no cuestione la forma de explotación capitalista. Es una revolución epistemológica para la cual aún no tenemos la herramienta teórica adecuada. Nuestra herencia marxista gramsciana puede ser el punto de partida, pero ya no es el punto de llegada. [16]

Sabemos que en este punto las políticas sociales juegan un papel doble: al aliviar la pobreza muestran a los de abajo que el gobierno está realmente preocupado por su situación y facilitan el consenso social para profundizar la acumulación financiera. De algún modo los gobiernos progresistas, y en particular el de Correa, siguen adelante con las políticas diseñadas en los 90 por el Banco Mundial, aunque las han expandido y ahora las utilizan para crear una base social propia, pero desmovilizada y de carácter clientelar[17]. En Brasil, la nueva arquitectura reposaba en efecto en políticas como Bolsa Familia y, esto es lo novedoso, en el ascenso de un nuevo actor social que son los dirigentes sindicales (en particular del sector bancario) devenidos en administradores de los fondos de pensiones que son el locus de la más consistente acumulación de capital en Brasil al manejar alrededor del 16% del PIB de Brasil.

Un ejemplo para que no quede como algo abstracto. Previ es el fondo de pensiones del Banco do Brasil, que ocupa el lugar 25 en el ranking de fondos del mundo. Durante el gobierno Lula Pervi fue presidida por Sergio Rosa, ex dirigente bancario y del PT. Previ controla 78 empresas brasileñas, entre ellas Vale do Rio Doce, la segunda minera del mundo, la mayor empresa privada de Brasil (privatizada por Fernando Enrique Cardoso en 1997)  y la mayor productora de mineral de hierro del planeta. Tiene 115 mil empleados, su valor de mercado es de 170 mil millones de dólares y en 2009 tuvo ganancias de 20 mil millones de dólares[18]. Los “sindicalistas” que dirigen Previ controlan el Consejo de Administración de Vale, donde personas como Sergio Rosa deciden quién lo integra así como las inversiones que les conviene realizar.

En Ecuador es diferente. La nueva elite dirigente, todo proceso la necesita, no proviene de los cuadros de algunos sindicatos como en Brasil sino de un conjunto de profesionales incrustados en el aparato estatal. Apenas llegado al gobierno, Correa procedió a una “descorporativización” del Estado[19]. Se procedió a un masivo desalojo de sectores empresariales que tenían un fuerte control del aparato estatal. Pero las cosas no quedaron ahí. Uno de los principales blancos de la cruzada anti-corporativa de Correa fueron los sindicatos de trabajadores del sector público, buscando impedir la agremiación de ese sector y permitiendo contratos colectivos sólo por empresa. El conflicto más fuerte fue con los docentes, que para el gobierno son “mafias que mantienen secuestrada la educación y protegen la mediocridad”, al punto que se culpa a los sindicatos docentes de la mala calidad de la enseñanza[20].

El otro gran conflicto es con los indígenas. En febrero de 2009 el gobierno suprimió la autonomía de la Dirección Nacional de Educación Bilingüe y centralizó los nombramientos y decisiones en el ministerio de educación, desplazando el papel que venían jugando las organizaciones indígenas. Lo mismo hizo en todas las instituciones donde la CONAIE y otras organizaciones tenían alguna presencia. La idea que guía este accionar es que “los grupos regulados por el Estado no deben participar directamente  ni en el diseño ni en la aplicación de la regulación”[21]. Más aún: en marzo de 2008 modificó el reglamento que regula las organizaciones sociales, destacando que serán causales de disolución “incumplir o desviar los fines para los cuales fue constituida la organización” y “comprometer la seguridad o los intereses del Estado, tal como contravenir reiteradamente las disposiciones emanadas de  los ministerios u organismos de control y regulación”.

En suma, control de las organizaciones sociales y expulsión del aparato estatal. Pero la Revolución Ciudadana fija un nuevo mecanismo de participación, ya no anclado en los movimientos que eligen a sus representantes para participar en determinadas instituciones, sin en base a la selección de ciudadanos por concurso de méritos. Como el discusro oficial dice que el Estado es de todos, se apela al ciudadano individual no organizado para ocupar esos espacios. El Estado se cierra a los sectores organizados (porque son portadores de corporativismo y por lo tanto de ineficiencia y corrupción) y en su lugar elige, o coopta, a personas por goteo sin que tengan la menor representatividad social y política. Quienes los eligen conforman la alianza de funcionarios y tecnócratas que sustenta la Revolución CIudadana. El investigador Pablo Ospina concluye: “El gobierno ciudadano parece querer sustentarse en el puñado de intelectuales que forman su núcleo dirigente. Un núcleo cada vez más dependiente del liderazgo, la autoridad y el apoyo electoral de la intelectual y académica figura del Presidente de la República”[22].

Un nuevo modelo de dominación

El retorno del Estado, la nueva centralidad del Estado, depurado ahora de movimientos sociales, deja paso a una gubernamentalidad centrada en la figura del presidente/caudillo, dueño del poder y del saber, que cataloga como ”enemigo público” a todo aquel que se le enfrente o disienta. ¿Qué lleva a estos nuevos regímenes, que Dávalos designa como “posneoliberales”[23], a colocar en lugar destacado de su agenda la construcción de un Estado fuerte? “Asegurar la seguridad jurídica y la convergencia normativa”[24]. Disentir, cuestionar, provoca inseguridad jurídica, lo que perjudica la inversión extranjera y el empleo, y lleva al país a un nuevo “estado de emergencia económica”. 

Es el estado el que concesiona territorios para la minería o las obras de la infraestructura para la integración sudamericana, por lo tanto la resistencia no se enfrenta con las multinacionales sino directamente con el aparato estatal. Aparece también una trampa legal. La Constitución puede hablar del Buen Vivir y de los “derechos de la naturaleza”, pero eso nunca se hace ley, ni código, en tanto se aprueban leyes que entregan el agua o los territorios a la especulación multinacional. La más avanzada Constitución del mundo queda diluida porque sus declaraciones no se convierten en resoluciones ni, remotamente, en acciones públicas.

Un Estado fuerte para garantizar la seguridad jurídica de las inversiones, básicamente mineras. David Harvey nos explica en qué consiste la acumulación por desposesión[25]. Pero no explica qué tipo de Estado es necesario en países del Sur donde los movimientos han crecido hasta convertirse en amenaza para la acumulación. Lo vamos descubriendo sobre la marcha. Y lo primero que descubrimos es que mientras en la primera fase del neoliberalismo era el mercado el que orientaba la acumulación por desposesión, ahora esa tarea le incumbe al Estado, sea conservador, progresistas o partidario del “Socialismo del siglo XXI”.

Si la financierización del sistema puso fin al Estado benefactor, en el Sur la acumulación por desposesión frena y revierte el proceso de desarrollo por sustitución de importaciones. Más allá del color político de quienes administran el aparato estatal, son los megaemprendimientos mineros, los monocultivos y la explotación de los hidrocarburos lo que devuelve centralidad Estado. Pero no cualquier Estado, ni cualquier centralidad, sino aquella capaz de convertir a los movimientos en terroristas. O, en el menos agraviante de los casos (Lula, Mujica, Kirchner…), en obstáculos al progreso. En cualquier caso, enemigos a derrotar.

No solo. También un Estado capaz de controlar e integrar, de infiltrar la sociedad y sus organizaciones autónomas, un “Estado capilar” complemento del “Estado fuerte”. El gobierno ecuatoriano creó el Registro Único de Organizaciones de la Sociedad Civil (RUOSC), vinculado al registro impositivo. El registro obliga a todas las organizaciones a inscribirse de modo que el régimen tiene ahora información detallada y ha sido capaz de advertir a dirigentes campesinos e indígenas por no haber pagado los impuestos de sus organizaciones[26].

El registro está bajo la Secretaría de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación Ciudadana, un ministerio que nunca pidieron los movimientos y que se vuelve contra ellos, que según la directora del Registro le permite “saber dónde está la organización, a qué se dedica, para que participe en los programas y proyectos que le ofrece el RUOSC”[27]. A nivel local, el objetivo de la Secretaría es utilizar el registro para que “los gobiernos descentralizados puedan dirigir su accionar a las diferentes organizaciones en el ámbito social, económico, productivo”, lo que pasa por ir parroquia por parroquia, barrio por barrio para “ayudar” a las organizaciones de base[28].

La última frase de De Oliveira en “El revés del revés”, destila todo el pesimismo y la rabia contenida por alguien toda su vida apostó por la izquierda: “Lula es una regresión política”[29]. No es fácil estar de acuerdo con su diagnóstico. Desde el punto de vista de las relaciones interestatales, el gobierno Lula ha sido un paso hacia el multilateralismo al impulsar a Brasil como potencia global y regional. Sin embargo, desde el punto de vista de los movimientos sociales y la lucha por la emancipación, nadie puede decir que haya habido avances. Por el contrario, los movimientos  se han debilitado en todos los países que cuentan con gobiernos progresistas y de izquierda, con la excepción de Bolivia. Más aún: a la luz del debate que está promoviendo la revuelta árabe en América Latina, la sentencia de De Oliveira debe ser tenida en cuenta con el mayor rigor.

 


[1] Jornadanet, 19 de febrero de 2011 en http://www.jornadanet.com/n.php?a=59813-1

[2] Idem.

[3] Agencia Reuters, 6 de julio de 2010.

[4] Cadena nacional del 1 de diciembre de 2007 del presidente Rafael Correa, en http://www.oilwatchsudamerica.org/Ecuador/ecuador-rafael-correa-insiste-en-que-quien-se-opone-a-las-actividades-pertenece-a-un.html

[5] Paulani, Leda “Capitalismo financeiro. Estado de emergência econômico e hegemonia às avessas no Brasil”, en Hegemonia às avessas, Francisco de Oliveira, Ruy Braga y Cibelle Rizek (orgs.), Sao Paulo, Boitempo, 2010, pp. 109-134.

[6] Idem p. 115.

[7] Idem p. 124.

[8] Idem p. 132.

[9] Dávalos, Pablo Alianza País o la reinvención de la derecha, Quito, 2010 (inédito), p. 215.

[10] Idem p. 77.

[11] Le Monde Diplomatique, enero de 2011, edición Cono Sur, entrevista de Ignacio Ramonet a Rafael Correa, p. 15.

[12] Alberto Acosta, “El uso de la justicia como mecanismo de terror”, ALAI, 4 de febrero de 2011.

[13] Revista Piauí, Rio de Janeiro/Sao Paulo, No. 37, octubre de 2009.

[14] De Oliveira, Francisco “Hegemonia às avessas”, en Hegemonia às avessas, ob cit p. 24.

[15] Este tema lo abordé en mi libro América Latina. Contrainsurgencia y pobreza, Desde Abajo, Bogotá, 2010 (editado también en México, Chile y Uruguay).

[16] De Oliveira, Francisco “Hegemonia às avessas”, ob cit p. 27.

[17] Para el caso de Ecuador puede consultarse Bretón Solo de Zaldívar, Víctor, Cooperación al desarrollo y demandas étnicas en los Andes ecuatorianos, Flacso, Quito, 2001.

[18] “Vale tem segundo mayor lucro”, Folha de Sao Paulo, 25 de febrero de 2011.

[19] Ver, Ospina Peralta, Pablo, Corporativismo, Estado y Revolución Ciudadana, Flacso, Quito, 2010 en www.flacsoandes.org/web/.../1263401619.Corporativismp.pdf

[20] Idem p. 5.

[21] Idem.

[22] Idem p. 13.

[23] El concepto de “posneoliberalismo” en Dávalos es opuesto al que defiende Emir Sader. Mientras éste sostiene que es una superación progresista del Consenso de Washington, Dávalos cree que se trata de una mera actualización en donde la centralidad del mercado cede su lugar al Estado.

[24] Dávalos, Pablo Alianza País o la reinvención de la derecha, ob cit p. 192.

[25] Harvey, David El nuevo imperialismo, Akal, Madrid, 2004.

[26] Idem p. 203.

[27] El Universo, Guayaquil, 29 de diciembre de 2010.

[28] Diario Crónica de Loja, 6 de marzo de 2011 en http://cronica.com.ec/index.php?option=com_content&view=article&id=14104:secretaria-de-pueblos-efectua-taller-&catid=34:locales&Itemid=56

[29] Revista Piauí, ob cit.


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7 juillet 2011 4 07 /07 /juillet /2011 16:17
[Uruguay] Salió Periódico Rojo y Negro Nº 10
Thursday July 07, 2011
 by Rojo y Negro

 

SALIÓ PERIÓDICO ROJO Y NEGRO Nº 10
URUGUAY

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CONSIGNA DE LA EDICIÓN
“Basta de discursos, son tiempos de pelea”

SUMARIO

Coyuntura:
  • (Editorial) “Cambiar algo para que siga igual”
  • “1º de Mayo”

    Tierra:
  • “50 años de UTAA”
  • “Ley de 8 hs. pal trabajador rural”
  • “La Chácrata, tierra y libertad”

    Sindical:
  • Aporte: “Una cosa y la cosa, organización popular e la independencia de clase”
  • “Supermercados, super-mezquinos”
  • “ONGs y la flexibilización laboral”
  • “Clasificación en origen, coleta selectiva y plantas”

    Educación:
  • “Escuela Latinoamericana de veterinaria - MST, Vía Campesina, UdelaR”

    Historia
  • “100 años de la 1º huelga general en Uruguay - Sin patrones ni carneros”
  • Resistencias indias: “Rumiñhau”
  • “Primer fuga de Punta Carretas”

    Comunicación:
  • Entrevista A Ecos: “Los pro y los contra de la ley de radiodifusión comunitaria”
  • “Festival de cine documental Globale 2011”

    Derechos Humanos:
  • “Cuando las máscaras caen”
  • “Sobre la situación carcelaria uruguaya, INAU y los menores infractores”

    Barrial:
  • “A la calle no nos vamos. Remanso”
  • “Encuentro Interbarrial de educación popular”

    Cultura:
  • “Los libros no muerden”
  • Nuestro Canto: “Grupo Arcavoces”

    Internacional:
  • “Energía nuclear: ¿solución o una bomba de tiempo?”
  • “Arde Paraguay”
  • “OTAN lanza bombas de uranio sobre Libia”

    Movimientos Sociales Latiniamerica:
  • “MST… a luta pra valer!!!”
  • “Argentina, lucha y organización”

    Recursos Naturales e Interior:
  • “Megaminería a cielo abierto”

    Interior:
  • Durazno: “Realidad 2º parte”

    DISTRIBUCIÓN:
    Rojo y Negro se distribuye en actividades y marchas. En kioscos de las principales Avdas. (8 de Octubre, 18 de Julio, Colonia, Mercedes) y puestos de la Distribuidora Adrián Troitiño: Domingos en Tristán Narvaja esq. Paysandú, y a través de los celulares para el interior abajo señalados. En librería Kronopios: Colonia 1787 (Bis), casi Tristán Narvaja. En Librería Finisterre: T. Narvaja 1633, casi Uruguay. En las actividades del CIES (Centro Internacional de Estudios Sociales).

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7 juillet 2011 4 07 /07 /juillet /2011 13:36

 

La degeneración de la socialdemocracia nos lleva a las peores instancias de la política 
 
  x James Petras - La Haine 7/7/2011 
  
 
El servilismo del gobierno de Papandreu bloqueando a la Flotilla de la Libertad y después los grandes poderes acatando las órdenes de Netanyahu: es el pulpo sionista

 

 

Comentarios para CX36 Radio Centenario del sociólogo norteamericano, Prof. James Petras. Lunes 4 de julio del 2011. www.radio36.com.uy

 

 

Chury: Bien oyentes, ingresamos a la expectativa del análisis de las noticias internacionales con James Petras allí en Estados Unidos, buen día como estás...

Petras: Estamos muy bien, un día de fiesta hoy por la celebración del Día de la Independencia aquí, pero lo que es interesante es que hay muy pocas banderas saliendo a la calle, en las casas, que muestra que el chauvinismo que hace 10 años después del 9/11 llenara todas las calles y las casas, ahora desapareció. Es muestra de que la gente está muy harta de este chauvinismo y de esta demostración de apoyo de las políticas guerreristas gubernamentales. Es una pequeña señal. Hay banderas pero no como antes que se podría decir era la gran mayoría de las casas, ahora es una pequeña minoría.

Chury: Te voy a dejar ya con los materiales que estés analizando pero dejaría una pregunta planteada después, porque es una expectativa aquí en el sur esto que ha pasado con la enfermedad de Chávez, su estancia de recuperación en Cuba y como puede seguir el proceso. Pero sé que seguramente tu tienes otros análisis de otro tipo así que arranca con esos temas y después me explicas esta otra parte que yo te he planteado.

Petras: Empezamos con el retorno de Chávez, porque es un hecho muy importante. Primero, porque es una forma de neutralizar toda la propaganda que dice que Chávez está mortalmente enfermo y muestra la capacidad y fuerza de Chávez de no sólo acelerar la recuperación, sino también volver al país para celebrar el bicentenario de la independencia, los 200 años. Es una indicación de que Chávez realmente está en condiciones para la reelección en el año próximo. Y muestra también que la oposición va a tener un gran problema para recuperar el poder.

Simplemente uno tiene que decir que el hecho de que Chávez se esté recuperando es una gran apoyo para toda la izquierda en América Latina y en un sentido es absolutamente favorable a la correlación de fuerzas en América Latina. Pero en el otro lado debemos anotar alguna cosa:

En Venezuela hay una gran tarea que es preparar las instituciones y un liderazgo colectivo, porque dependen demasiado en la persona de Chávez para el éxito del proceso de transformación de Venezuela

Chury: De acuerdo...

Petras: La principal tarea debe ser preparar un liderazgo colectivo menos dependiente de una persona, porque cualquier cosa puede pasar como hemos visto con este cáncer, esta enfermedad y la inseguridad que presentó sobre el proceso.

Hay posibilidades enormes para crear instituciones más fuertes, con raíces populares. Porque ahora parece que la mayoría de los simpatizantes del proceso de transformación en Venezuela está muy vinculado con la persona de Chávez. Tienen que construir fuertes instituciones para crear esa continuidad. Ese es mi comentario: bienvenido Chávez, muy querido presidente, con las críticas que mantenemos en algunos aspectos de su política externa, pero en todo caso representas la fuerza dinámica de transformaciones en América Latina.

Chury: Bien, entonces entramos en los análisis que estabas preparando...

Petras: Ese era uno de los puntos que quería abordar. El segundo punto son las elecciones que hemos visto en México para gobernadores de estados, que indica una cosa que hemos notado en otras partes. Cuando hay un fracaso por parte de la derecha, o los partidos del centro, la izquierda no cosecha los beneficios.

En el caso de México hemos visto como el PAN, el partido del presidente Calderón, es un fracaso. Ha creado mayor desempleo, mayor pobreza y su guerra contra el narco han resultado en 41 mil muertos incluyendo muchos civiles. Pero la izquierda en México no aprovecha o no pudo aprovechar de este fracaso de la derecha. En vez de eso el PRI, el Partido de Revolución Institucionalizado, una vieja máquina corrupta, represiva, ha recibido la mayoría de los votos, particularmente en tres Estados claves incluso el estado de la capital del país, México. Y como explicamos eso.

Una cosa que debemos anotar es la altísima tasa de abstención, en las elecciones gubernamentales en el estado de México, la abstención fue de 57%. Es decir, el PRI consigue solo un 24% del voto del electorado y ¿qué pasa con los demás? Hay una apatía, un cinismo, un retiro de las expectativas electorales.

¿Y qué pasa con la izquierda? La izquierda en México está muy dividida, ha recibido una serie de acomodos oportunistas y no muestra un dinamismo y una alternativa que atraiga a los descontentos con la política gubernamental. Hablar solamente de los fracasos en todos los niveles, de seguridad, de empleo, de economía, no es suficiente. Para que la izquierda se recupere o avance hacia el poder, si no hay presencia activa y una inserción en la lucha de masas, la izquierda se queda condenada y las políticas van a alternar entre una cara de la derecha y otra cara de la derecha.

Vemos eso en España ahora, donde cae el PSOE y sube el PP. También lo podremos ver próximamente en Grecia donde el gobierno de centro izquierda es un fracaso total y sube la derecha y la izquierda se queda al margen de estos acontecimientos.

Chury: Petras, justamente tu estabas hablando de Grecia, allí se ha hablado hasta de default, cese de pagos; y aunque te parezca mentira aquí en Uruguay también se ha hablado de default, por parte de economistas que no son oficialistas naturalmente, por ese endeudamiento progresivo que ha tenido Uruguay. ¿Qué es lo que puede llevar a un default y a un sobre endeudamiento que nos lleve a esa situación?

Petras: En primera instancia, un default -el no pago de la deuda- implica un enorme movilización popular que impacte la institucionalidad política. Un default en Argentina, por ejemplo, es producto del levantamiento popular que tumba tres presidentes seguido y no permite ningún margen para imponer el pago de la deuda sobre las espaldas de las clases populares. Lo mismo en Islandia, a partir de las protestas del pueblo, mediante un referéndum se rechaza el pago de la deuda, se niegan a pagar una parte de la deuda que le imponen los bancos europeos.

Pero en Uruguay y en Grecia tenemos gobiernos con el poder represivo y los votos del parlamento para insistir en el pago de la deuda y las condiciones más onerosas para servir a los banqueros. Entonces, la primera cosa que debemos entender es que el default necesita una ruptura de la institucionalidad política, para que los banqueros no tengan cipayos ni colaboradores que pudieran implementar estas medidas catastróficas contra el pueblo.

En el caso de Uruguay hay que recordar que Astori y los principales líderes del Frente Amplio apoyaron el reacomodo de los bancos y la transferencia de la deuda privada al Estado. Entonces el descontento popular frente a esa crisis no tenía ningún canal. Porque una vez que el Frente Amplio apoyó el acuerdo con los banqueros y después el PIT CNT se acomodó con una protesta puramente simbólica, no podía llegar al default cuando no hay una fuerza activa que exija un no pago de la deuda.

Un default es una forma de, por lo menos postergar cualquier pago, para canalizar recursos en la recuperación económica, financiar el empleo, producir crecimiento, recuperación, para luego tal vez en un futuro renegociar la deuda de manera menos exigente.

Chury: Quería preguntarte ahora como van las guerras. ¿Cómo anda Obama con su retiro y sus cosas, y cómo está el norte de Africa?

Petras: En el caso de Estados Unidos, estamos ahora frente a cuatro guerras y frente a una crisis fiscal sin acuerdo de la clase política, una ruptura que no permite ninguna salida. Estamos ante un empate político entre la extrema derecha y la derecha y Obama no tiene ninguna salida. Estamos frente a una guerra en Afghanistan que cada vez está más perdida; y reconocida como perdida por autoridades vinculadas a círculos oficiales.

Obama, está frente a una crisis insalvable. Y eso se puede ver en una cosa muy interesante: que los principales ministros y asesores están renunciando frente a la debacle pendiente. El señor Gates, ministro de Defensa, anunció su renuncia; Geithner, Ministro de Hacienda, anunció que esta pensando retirarse. Las ratas están abandonando el barco que se está hundiendo. No quieren ser acusados de responsables cuando entremos en el debacle fiscal, cuando el gobierno no pueda sostener las guerras en el exterior, quieren dejar que toda la responsabilidad caiga solo en los hombros de Obama.

Y Obama busca nuevos asesores pero nadie quiere meterse en una situación tan difícil, para decirlo de algún modo. Es una situación que implica que cualquiera que entre al gobierno va a encontrarse con una crisis sin salida y será marcado como culpable por la enorme mayoría del público, con alguna corresponsabilidad.

Puedo enumerar dos docena de altos funcionarios económicos, militares y otros que han renunciado en el último año, porque no quieren asumir la responsabilidad política e histórica de esta catástrofe que tenemos ahora enfrente. No hay que olvidarse que en un mes, si no cambian el tope de la deuda, Estados Unidos está a punto de declararse insolvente y no puede mantener el financiamiento de ningún programa Federal. Sólo va a conseguir dinero para pagar los intereses de los bonos, pero los miliones de empleados, jubilados, los pensionistas, los veteranos, los soldados, todos, se quedan sin recibir ninguna pago. Ser insolvente es muy grave para los mercados internacionales y todo el sistema financiero.

Es la situación que encontramos, no en los diarios de hoy o mañana porque todavía tenemos 30 días para enfrentar esta situación catastrófica, pero todas las condiciones están dadas para entrar en una gran crisis económica y en el deterioro del frente militar.

Chury: Para ir redondeando la temática de hoy ¿Qué pasa con la vieja Europa, con su OTAN y el norte de Africa?

Petras: Las cosas más importantes que ahora afectan a Europa es la conducta del Primer Ministro de Grecia, que se muestra realmente como un sirviente de Israel, como una expresión del peor ejemplo de la incapacidad de la socialdemocracia de encontrar una forma de elaborar una política independiente.

Hace dos días hablé con un militante en Grecia, en la Plaza Constitución de Atenas, que se llama Sintagma, y le pregunté sobre el Primer Ministro Georgios Papandreu. No olvides que es el Presidente del Partido Socialista de Grecia. Me dijo: “no es un vendido, es un alquilado”, porque las multinacionales lo alquilan para vender todas las empresas públicas a precios baratos. La OTAN lo alquila para apoyar la guerra contra Libia. Los bancos europeos lo alquilan para canalizar los ingresos a los acreedores en el exterior. El Fondo Monetario lo alquila para deprimir los salarios y recortar las pensiones. Y últimamente el presidente de Israel, Benjamin Netanyahu, lo alquila para apoyar y bloquear la Flotilla de la Libertad, que trata de llevar ayuda humanitaria a Gaza y Palestina.

Este ejemplo de un Primer Ministro de alquilarse a todos los peores poderes en Europa y Medio Oriente, es otra muestra de cómo la degeneración de la socialdemocracia nos lleva a las peores instancias de la política.

Pero no sólo es Papandreu, porque el ‘cuarteto’ –las cuatro fuerzas que supuestamente están negociando sobre Medio Oriente-, que son Rusia, Estados Unidos, Unión Europea, Naciones Unidas, apoyan el bloqueo a la Flotilla. Eso muestra no sólo el servilismo de estos poderes, sino también el enorme poder que tiene el sionismo a nivel mundial.

Estos cuatro poderes están apoyando el bloqueo de la ayuda humanitaria a Gaza. Quieren que todos los gobiernos utilicen los guardacostas para apoyar la política genocida de Israel.

Si alguien te cuenta que Petras exagera sobre el poder de los los sionistas o que tal vez es algo “antisemita”, hay que analizar estos acontecimientos. El servilismo del gobierno de Papandreu bloqueando el libre transporte y después los grandes poderes acatando las órdenes de Netanyahu. ¿Cómo lo explicamos? Porque Israel económicamente es nada, es un poder muy pequeño, tiene una economía muy militarizada. Entonces, ¿por qué se someten a esas políticas tan regresivas? Sólo se puede explicar porque el pulpo sionista opera en Estados Unidos y Europa influye sobre Rusia.

Chury: Bien Petras, te agradezco mucho. Un análisis impecable de la realidad internacional. Solamente me queda agradecerte esto y prometer que nos encontramos el lunes que viene.

Petras: Si. Pero tenemos otra pequeña cosa que debemos que anotar. En Tailandia, el gobierno pro-norteamerican sufrio un gran derrota, se ha elegido un gobierno populista. La candidata no viene de raíces populares, es la hija de un multimillonario, pero en la correlación de fuerzas las masas populares, los pobres urbanos y del campo, han puesto todo su peso en la elección del partido populista. Y es una expresión de que cuando hay una lucha de clases, como el año pasado, las movilizaciones tiene un enorme impacto político, crean una conciencia electoral que puede elegir un gobierno populista, contra el ejército, contra los medios de comunicación de masas y contra el apoyo de la embajada norteamericana.

Por eso quiero enfatizar que la lucha de clases es muy importante en generar las bases electorales para cualquier opción de izquierda.-

 

Extractado por La Haine

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7 juillet 2011 4 07 /07 /juillet /2011 13:31

Jueves, 7 de julio de 2011

Futbolistas, príncipes y familiares de víctimas fueron escuchados por un diario en Gran Bretaña
Nadie se salva de tener el teléfono pinchado
El escándalo salpica al primer ministro David Cameron porque su jefe de prensa desde el 2007 hasta este año fue Andy Caulson, la misma persona que editaba News of the World cuando las primeras escuchas fueron descubiertas.
Por Marcelo Justo
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El magnate de los medios australiano Ruppert Murdoch (izq.), dueño del diario que espió a distintas personalidades.

 

 

Desde Londres

Nadie parece haberse salvado de la escucha telefónica del grupo Murdoch en el Reino Unido. El escándalo, que saltó a fines de 2005, cuenta con una larga lista de celebridades sometidas a escuchas telefónicas del dominical News of The World: desde el príncipe Guillermo y la familia real a políticos, futbolistas (Paul Gascoine), actores (Sienna Miller, Hugh Grant) y un largo etcétera. En un salto cualitativo que abarca potencialmente a la sociedad entera, trascendió esta semana que el News of the World también intervino celulares de familiares de las víctimas de pedófilos, de los atentados terroristas de 2005 y de caídos en Irak y Afganistán. Ayer, en medio de un furibundo debate en la Cámara de los Comunes, el primer ministro David Cameron anunció una investigación independiente sobre el tema cuando concluya la que está realizando la policía, pero el líder de la oposición, el laborista Ed Milliband, exigió que la comisión comenzara a trabajar ya mismo.

El matutino The Guardian de-sató este lunes la nueva catarata de revelaciones con el caso de Milly Dowler, una niña de 13 años, desaparecida y asesinada en 2002. Según el periódico, un investigador privado a sueldo del News of the World interceptó el buzón de voz del celular de Milly Dowler y borró mensajes antiguos para que hubiera espacio para los nuevos, fuente de exclusivas para el diario y de falsas esperanzas para la familia que creyó que la niña estaba viva por esa actividad telefónica. Al caso de Dowler revelado el lunes, se añadió el martes el de los padres de dos niñas asesinadas en 2003, Holly Wells y Jessica Chapman, cuyos celulares habían sido sometidos a este tratamiento News of the World. Ayer miércoles el insulto salpicó a la sociedad entera con el anuncio de que las familias de las víctimas de los atentados del 7 de julio de 2005 que dejaron un saldo de 54 muertos y más de 700 heridos habían sufrido interceptaciones telefónicas.

En la Cámara de los Comunes un debate de tres horas calentó más el ambiente. Sucede que el jefe de prensa del primer ministro David Cameron desde sus tiempos en la oposición en 2007 hasta este año fue Andy Caulson, editor del News of the World durante el primer escándalo del periódico con el príncipe Guillermo. Entre las revelaciones que saltaron en estos días hay correos electrónicos de Caulson en los que autoriza el pago a la policía para obtener exclusivas. “El primer ministro tiene que reconocer que cometió un gravísimo error al elegir a Andy Caulson como su jefe de prensa”, atacó en la Cámara el jefe de la oposición Ed Milliband. El líder laborista pidió la renuncia de la directora ejecutiva del News International Rebekah Brooks y presionó a Cameron a que se pronunciara en ese sentido. Cameron eludió el convite. Uno de sus grandes logros cuando era líder de la oposición fue “seducir” a Ruppert Murdoch para que el grupo retirase el apoyo que le había dado al “Nuevo Laborismo” en 1997 y volviese a sus fuentes naturales, es decir, a los conservadores.

El escándalo ya se ha llevado un par de cabezas y cientos de miles de libras en compensación. En 2007 Clive Goodman, editor de temas reales del News of the World, fue condenado a cuatro meses de prisión por “conspirar para tener acceso a mensajes telefónicos de la realeza” y el investigador privado Glenn Mulcair a seis meses por el mismo cargo. La Justicia no halló pruebas de que en su papel de editor Andy Caulson hubiera ordenado la escucha telefónica, pero su posición en el diario resultó insostenible, pese a lo cual Cameron lo empleó poco después como jefe de prensa del Partido Conservador. Este año el grupo Murdoch le pagó unas 100 mil libras a la actriz Sienna Miller y unas 20 mil a Andy Gray, un presentador de Sky Sports para evitar que el caso llegara a la Corte. El periódico tiene un fondo de unas 20 millones de libras e instrucciones de ofrecer un 10 por ciento más de lo que las víctimas podrían recibir si van a la Justicia, pero la nueva catarata de escándalos está amenazando esta estrategia de enterrar el escándalo con palas de dinero.

A pesar de que se mostró “escandalizada por las revelaciones”, los días de Rebekah Brooks en el cargo parecen contados. Favorita de Ruppert Murdoch, Brooks era directora del News of the World durante el caso de Milly Dowler y tuvo un ascenso vertiginoso a directora de The Sun y ejecutiva de la corporación. Hoy depende de la investigación policial en curso y del pulgar de Murdoch. El problema para el grupo es que esta vez el escándalo no se va a olvidar con un par de renuncias y portazos. Desde 2006 el periódico apeló al argumento de la manzana podrida: hoy todo apunta a que lejos de ser casos aislados hay una política sistemática de los diarios sensacionalistas del grupo. El intento del grupo Murdoch de adquirir una mayoría accionaria en la cadena televisiva BskyB, que debería anunciarse mañana, viernes, puede ser una de las primeras víctimas. En la Cámara Milliband pidió que se refiriese el asunto a la Comisión de Competencia, algo que el gobierno se negó a hacer, pero lo cierto es que, en medio del escándalo, un dictamen favorable sería indigerible para la opinión pública.

Una muestra del impacto de las nuevas revelaciones es que un grupo de poderosas multinacionales –Ford, Virgin Media, Tesco– anunciaron el martes que retiraban o estaban analizando el futuro de sus anuncios en el dominical. El arrastre político e institucional también es grave. Desde un principio la investigación policial fue seriamente cuestionada mientras que la clase política –laboral y conservadora– se ha comportado como pretendiente del grupo Murdoch, dispuesto a todo por conseguir su mano. El único que ha salido bien parado es el matutino The Guardian que, desde un principio, ha seguido el tema con una tenacidad ausente a nivel institucional.-

 

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 http://es.wikipedia.org/wiki/Rupert_Murdoch

 

 

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6 juillet 2011 3 06 /07 /juillet /2011 14:43

 

 
Bajo las bombas, Trípoli no claudica 
 
  x Thierry Meyssan 6/7/2011 
 
  Gaddafi está entregando armas a la población. Los civiles ya han recibido casi 2 millones de fusiles automáticos de asalto
  

En su centésimo día de bombardeos contra la Libia, la OTAN vuelve a anunciar su inminente éxito. Pero sigue sin definir claramente cuáles son los objetivos de esta guerra y se ignora, por lo tanto, en qué consistirá ese éxito. Simultáneamente, la Corte Penal Internacional anuncia que Muammar Gaddafi, su hijo Saif al-Islam y el jefe de sus servicios de inteligencia interior, Abdallah al-Senussi han sido acusados de «crímenes contra la humanidad».

Si nos atenemos a la resolución 1973 del Consejo de Seguridad, la llamada coalición de Estados voluntarios estaría tratando de instaurar una zona de exclusión aérea para impedir que las tropas del tirano asesinen a su propio pueblo. Sin embargo, los informes iniciales que afirmaban que la fuerza aérea libia estaba bombardeando ciudades que se habían sublevado contra el poder de Trípoli nunca han sido confirmados, a pesar de que la Corte Penal Internacional los considera dignos de crédito. Lo que sí es cierto es que las acciones de la OTAN han ido mucho más allá del establecimiento de una zona de exclusión aérea y se han convertido en una campaña de destrucción sistemática contra las fuerzas armadas nacionales y todas sus unidades aéreas, terrestres y marítimas.

Los objetivos de la OTAN son probablemente otros. Los líderes de la alianza atlántica han mencionado repetidamente el derrocamiento del «régimen» de Muammar Gaddafi, o sea la eliminación física del «hermano Guía». Los medios occidentales hablan de «deserciones masivas» de los cuadros de Trípoli para unirse a la causa de los sublevados de Benghazi, pero no logran citar nombres, exceptuando los de personajes políticos conocidos desde hace mucho como favorables a un acercamiento a Washington, como el ex ministro de Relaciones Exteriores Mussa Kussa.

La opinión pública internacional está siendo objeto de una intensa campaña de desinformación. Washington ordenó la interrupción de las transmisiones de la televisión libia a través del satélite ArabSat, a pesar de que Libia es accionista de ese satélite. El Departamento de Estado no tardará en hacer lo mismo con el satélite NileSat.

En lo que constituye una flagrante violación de sus compromisos internacionales, Washington negó la solicitud de visa del nuevo representante de Libia ante la ONU. El nuevo representante de Trípoli se ve así privado de la posibilidad de ir a Nueva York para expresar el punto de vista del gobierno de Libia mientras que su predecesor, que decidió pasarse al Consejo Nacional de Transición creado en Benghazi, sigue ocupando el escaño de Yamahiria. Estas maniobras que ahogan la voz de Trípoli facilitan a la vez la difusión de cualquier falacia sobre Libia sin que los interesados tengan la posibilidad de desmentirla.

No es por lo tanto sorprendente que, vistos desde Trípoli, desde donde escribo este artículo, los comunicados de la OTAN y las disposiciones de la Corte Penal Internacional parezcan irreales. La calma reina en el oeste de Libia. En cualquier momento, las sirenas anuncian la llegada de los bombarderos o de los misiles. Es inútil correr hacia los refugios, por un lado porque hay muy poco tiempo para ello, y por otro lado simplemente porque no hay refugios.

Los bombardeos son de una extrema precisión. Las municiones teledirigidas alcanzan los edificios designados como blanco e incluso las habitaciones ya designadas como blanco dentro de esos edificios. Sin embargo, durante la etapa de vuelo la OTAN pierde el control de alrededor de uno de cada 10 misiles. Esos artefactos caen entonces en cualquier lugar de la ciudad, sembrando la muerte al azar.

Si bien una parte de los blancos de la OTAN son de carácter «militar», como cuarteles y bases, la mayor parte son en realidad «estratégicos», o sea de importancia económica. La OTAN ha bombardeado, por ejemplo, la imprenta encargada de emitir la moneda libia, una instalación civil encargada de fabricar los dinares. Comandos de la OTAN han saboteado también fábricas que hacían la competencia a las industrias de los miembros de la coalición. Otros blancos son llamados «sicológicos».

El objetivo es herir en carne propia a los dirigentes políticos y los responsables de la seguridad masacrando a sus familias. En esos casos, los misiles se dirigen a las habitaciones privadas, específicamente a las que sirven de dormitorio a los hijos de los dirigentes.

En la capital y en la costa, el ambiente se siente cargado. Pero la población se mantiene unida. Los libios subrayan que ninguno de sus problemas internos justifica que se recurra a la guerra. Hablan de reclamos sociales y de problemas regionales, como los que existen en los países europeos, nada que conlleve al desgarramiento de las familias que se ha producido como resultado de la división territorial que se está imponiendo a su país.

Ante los ataques de la OTAN, decenas de miles de burgueses acomodados han buscado refugio en los países limítrofes, sobre todo en Túnez, dejando a los pobres a cargo de la defensa de la patria en la que amasaron sus riquezas. Numerosos establecimientos comerciales permanecen cerrados, sin que se sepa si el cierre se debe a problemas de aprovisionamiento o a la huida de sus propietarios.

Al igual que en Siria, la mayoría de los opositores políticos han cerrado filas junto al gobierno en aras de garantizar la integridad del país frente a la agresión extranjera. Anónimos e invisibles, algunos libios informan sin embargo a la OTAN sobre la localización de los blancos. En el pasado, sus antecesores recibían con los brazos abiertos a las tropas colonialistas de Italia. Hoy corean, junto a sus homólogos de Benghazi: «1, 2, 3, ¡viene Sarkozy!» Cada pueblo tiene sus traidores.

Las atrocidades cometidas en Cirenaica por los mercenarios del príncipe Bandar [de Arabia Saudita] acabaron convenciendo a muchos indecisos. La televisión muestra constantemente imágenes de los crímenes perpetrados en Libia por los líderes de Al-Qaeda, algunos de ellos liberados directamente de Guantánamo para luchar del lado de Estados Unidos. Son espantosas imágenes de mutilaciones y linchamientos perpetrados en ciudades convertidas en emiratos islamistas, como en Afganistán e Irak, por individuos deshumanizados por las torturas a las que ellos mismos fueron sometidos y excitados por los efectos de poderosas drogas. No es necesario ser un viejo partidario de la revolución de Gaddafi para apoyarla hoy ante los horrores que están cometiendo los yihadistas en las «zonas liberadas» por la alianza atlántica.

Nada de lo que hemos podido ver en el oeste [de Libia] demuestra la existencia de una revuelta o de una guerra civil. En todas las carreteras, las autoridades han instalado puntos de control cada 2 kilómetros. Los automovilistas se someten pacientemente a los controles e incluso se mantienen atentos para descubrir ellos mismos posibles elementos infiltrados por la OTAN.

El coronel Gaddafi está entregando armas a la población. Los civiles ya han recibido casi 2 millones de fusiles automáticos de asalto. El objetivo es que cada adulto, hombres y mujeres, pueda defender su casa. Los libios han entendido la lección iraquí. Sadam Husein basaba su autoridad en el partido Baas y el ejército, excluyendo a su pueblo de la vida política.

Al ser decapitado el partido y ante la deserción de unos cuantos generales, el Estado iraquí se derrumbó súbitamente, el país quedó sin capacidad de resistencia y se hundió en el caos. Libia, por su parte, está organizada según un original sistema de democracia participativa, comparable a las asambleas de Vermont [Estados Unidos]. Los libios son gente acostumbrada a que se les consulte y a asumir sus responsabilidades, lo cual implica que es perfectamente posible movilizarlos en masa.

Es sorprendente comprobar que las mujeres libias demuestran más determinación que los hombres en lo tocante a portar armas. Esto refleja el incremento, durante los últimos años, de la participación femenina en las asambleas populares, lo cual quizás refleja al mismo tiempo la indolencia que se había apoderado de los cuadros de este Estado socialista con un alto nivel de vida.

Todos están conscientes de que el momento decisivo se producirá con el desembarco de las fuerzas terrestres de la OTAN, si se atreven a desembarcar. La estrategia de defensa está por lo tanto enteramente concebida en función de disuadir al enemigo mediante la movilización masiva de la población. Los soldados franceses, británicos y estadounidenses no serán recibidos aquí como liberadores sino como invasores colonialistas. Tendrán que enfrentar una serie interminable de combates urbanos.

Los libios se preguntan cuáles son exactamente los móviles de la OTAN. Me sorprende comprobar que es a menudo a través de la lectura de los artículos de la Red Voltaire, traducidos y publicados en numerosos sitios de Internet y en varios diarios impresos, que han tenido conocimiento de los verdaderos motivos [de la agresión]. Existe aquí, como en todas partes, un déficit de información sobre las relaciones internacionales. La gente está al corriente, y se enorgullece, de las iniciativas y realizaciones del gobierno a favor de la unidad africana y del desarrollo del Tercer Mundo. Pero ignora muchos aspectos de la política internacional y subestima la capacidad de destrucción del Imperio. La guerra siempre parece lejana, hasta que nos convertimos en blanco del agresor.

¿En qué consiste entonces el éxito que la OTAN anuncia como inminente? Por el momento, Libia está divida en dos. En la región de Cirenaica se ha proclamado una República independiente –aunque lo que allí se prepara es la restauración de monarquía– que ya ha recibido el reconocimiento de varios Estados, comenzando por Francia. Aunque la nueva entidad está siendo gobernada de facto por la OTAN, oficialmente existe un misterioso Consejo Nacional de Transición, que no ha sido electo y cuya composición –si realmente existen sus miembros– se mantiene en secreto para que dichos miembros no tengan que responder por sus actos. Parte de los bienes libios en el exterior han sido congelados, pero están siendo administrados por los gobiernos occidentales, que están utilizándolos en su propio provecho.

Parte de la producción de petróleo está siendo comercializada en condiciones particularmente ventajosas para las compañías occidentales, que se están dando así un verdadero banquete. Quizás sea ese el famoso éxito: el pillaje colonial.

Con sus órdenes internacionales de arresto contra Muammar Gaddafi, su hijo y el jefe de los servicios de inteligencia internos, la Corte Penal Internacional trata de presionar a los diplomáticos libios para obligarlos a dimitir. Todos y cada uno de ellos se ven así en peligro de verse acusados de «complicidad con crímenes contra la humanidad», si finalmente cayera la Yamahiria, y los que decidan dimitir dejarán una plaza vacante que Trípoli no podrá llenar. Las mencionadas órdenes de arresto son parte, por lo tanto, de una política de aislamiento contra Libia.

La Corte se está dedicando también a la propaganda de guerra. Calificó a Saif al-Islam de «primer ministro de facto», lo cual no es cierto pero da la impresión de [que existe en Libia] un régimen familiar. Una vez más aparece aquí el principio de inversión de valores típico de la propaganda estadounidense. Los sublevados de Benghazi agitan la bandera de la monarquía Sanusi y el aspirante al trono está a la espera de su momento en Londres, pero nos presentan a la democracia participativa como un régimen dinástico.

Al llegar a los primeros 100 días, los comunicados de la OTAN no logran ocultar la decepción. Con excepción la región de Cirenaica, los libios no se han sublevado contra el «régimen». No se vislumbra una solución militar. La única posibilidad que tiene la OTAN de salir de este asunto con la frente alta y sin muchas pérdidas sería conformarse con la división del país. Benghazi se convertiría entonces en una especie de Camp Bondsteel, la megabase militar estadounidense en Europa que ha logrado obtener la categoría de Estado independiente bajo el nombre de Kosovo. La región de Cirenaica sería la base militar que el AfriCom necesita para controlar el continente africano.-

 

Red Voltaire

 

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Miguel Bakunin

 

 

Carl Sagan

Así, a medida que la ciencia avanza, Dios parece tener cada vez menos que hacer. Es un gran universo, desde luego, por lo que Él, Ella o Ello, podría estar ocupado provechosamente en muchos sitios. Pero lo que evidentemente ha ocurrido es que ante nuestros propios ojos ha ido apareciendo un Dios de los vacíos; es decir, lo que no somos capaces de explicar, se lo atribuimos a Dios. Después, pasado un tiempo, lo explicamos, y entonces deja de pertenecer al reino de Dios. Los teólogos lo dejan de lado y pasa a la lista de competencias de la ciencia.

 

Carl Sagan: “La diversidad de la ciencia” [2007]



 

Stepehen Hawking

"La estirpe humana no es más que un sustrato químico en un planeta pequeño, orbitando alrededor de una estrella mediana, en los suburbios de una galaxia del centenar de miles de millones que existen"

 

Carlos Marx

“Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de esas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social” (1859)

 

 

Albert Einstein

Si una idea no parece absurda

de entrada,

pocas esperanzas

hay para ella.-

 

Groucho Marx

"El secreto de

la vida es

la honestidad y

el juego

limpio, si puedes

simular eso,

lo has conseguido."  

  

MARX, Groucho (1890-1977) 
Actor estadounidense