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17 août 2013 6 17 /08 /août /2013 13:29
Egipto: una masacre al día
Robert Fisk
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Simpatizantes del derrocado presidente egipcio Mohamed Mursi se enfrentaron ayer contra la policía en la plaza Ramsés de El Cairo
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Fue una desgracia, un capítulo vergonzoso en la historia egipcia. Policías, algunos con capucha negra, abrieron fuego sobre las multitudes de simpatizantes de la Hermandad Musulmana desde la azotea del cuartel de policía de la calle Ramsés de El Cairo y calles aledañas. Incluso dispararon contra los vehículos en la carretera que va al aeropuerto. Y para presenciar su terrible tarea uno no tenía más que subir los escalones de mármol rosa de la mezquita de Al-Fath, pegajosos de sangre fresca la tarde de este viernes; contemplar los montones de heridos que yacían en tapetes y, en un remoto rincón, 25 cuerpos amortajados. El doctor Ibrahim Yamani levantó con delicadeza los vendajes de los cuerpos: tenían disparos en la cara, en la cabeza, en el pecho.

Así pues, ahora tenemos la masacre de la plaza Ramsés. Estos baños de sangre parecen venir por semana, si no por día, y esta noche, cuando salí de la mezquita mientras los musulmanes hacían oración de rodillas junto a los gimientes heridos, un equipo de paramédicos golpeaba el pecho de un joven que tenía heridas terribles. Lo vamos a perder, dijo uno. ¿Entonces eran ya 26 muertos? Los paramédicos hablaban de balas expansivas, y era indudable que media cabeza de un hombre había volado en pedazos. El rostro era irreconocible.

Las moscas se agolpaban; un hombre lloroso, arrodillado en el suelo, las espantó de un cadáver. Cuando podían, los médicos escribían con crayón los nombres de los difuntos sobre los cuerpos desnudos. Zeid Bilal Mohamed, garrapatearon sobre un pecho. Lo muertos aún merecían tener nombre. El último cadáver llevado a la mezquita fue el de Ahmed Abdul Aziz Hafez. No pude contar arriba de los primeros 50 heridos, pero los médicos insistían en que eran 250.

Lo extraordinario –tal vez no para las multitudes, porque se han acostumbrado a esta bestialidad– eran los rostros de algunos de los asesinos. Había un hombre de bigote y cabello corto en la azotea de la estación de policía, que agitaba una pistola en el aire y gritaba obscenidades a la gente en la avenida. A su izquierda, un policía de capucha negra, agazapado junto a la pared, apuntaba su rifle automático a los automóviles que pasaban. Una de sus balas pasó entre mi chofer y yo, silbando hacia la plaza.

Una hora antes estuve conversando con los policías de guardia en la incendiada mezquita Rabá de Ciudad Nasr, escenario de la matanza del miércoles, y uno de ellos, de uniforme negro, me dijo con alegría: nosotros hacemos el trabajo y el ejército observa. Esa fue una de las verdades más importantes que escuché este viernes, porque los soldados estaban a kilómetro y medio de la carnicería en la plaza Ramsés, sentados en sus vehículos blindados, relucientes de limpios. Ni rastro de sangre en sus impecables uniformes.

Durante dos horas el fuego de la policía barrió a las multitudes. Dos grandes vehículos blindados de la policía aparecieron varias veces en un paso a desnivel y desde delgadas torretas de acero adosadas en forma extraña en el toldo lanzaban disparos hacia la plaza. En cierto momento se pudo escuchar una ametralladora que disparaba a las 20 o 30 mil personas reunidas, que más tarde llegaron quizás a 40 mil, aunque no al millón que la Hermandad Musulmana mencionaría más tarde. La enorme masa de gente se retorcía y se movía como burbuja hacia la mezquita.

Mientras los policías pasaban por el desnivel, docenas de jóvenes atrapados por su avance comenzaron a deslizarse por un cable de luz, pero un muchacho saltó a la copa de un árbol, no logró sujetarse de las ramas altas y cayó unos nueve metros al suelo, de espaldas. Pánico, terror, furia. ¡Vean cómo nos matan!, gritó hacia nosotros una mujer cubierta con velo, no sin razón, y supongo que una especie de valor se apoderó de la multitud. Sabían que esto iba a ocurrir. También la policía. El gobierno –supongo que merece las comillas– dijo 24 horas antes que todo ataque a edificios oficiales sería respondido con fuego. Los policías tenían la autorización necesaria. Y las municiones.

Pero no nos pongamos románticos acerca de la Hermandad Musulmana. Mi colega Alastair Beach vio a un hombre en la multitud disparar un rifle a la policía. Y creo que algunos policías que vi en las azoteas tenían tanto miedo como la gente de abajo. Y –disculpen este rasgo de cinismo cruel– es probable que la Hermandad necesitara estos cadáveres en la mezquita. Un día sin martirio podría sugerir que está liquidada, que el fuego de la ideología ha sido sofocado, que el Partido Noor –los salafistas que con un cinismo igualmente colosal se unieron el mes pasado a los militares para aplastar la presidencia de Mohamed Mursi, respaldada por la Hermandad– pudiera tomar su lugar como el único verdadero brazo derecho islamita del Estado, claro que con la colaboración del ejército.

Pero no hay excusa para la policía. Su conducta, supongo, no fue indisciplinada. Tenía la orden de matar, y vaya que lo hizo: decenas de personas perecieron en enfrentamientos en otras partes de Egipto y ahora las fuerzas de seguridad también merecen, me temo, comillas en torno a su título.

La palabra vergüenza –aib, en árabe– viene a la mente al observar estas horribles escenas. En el centro de una de las grandes ciudades del mundo, conocida para millones, apenas a kilómetro y medio del Museo Egipcio y los tesoros de Tutankamón, a escasos 200 metros del palacio de justicia –si tal palabra podía musitarse en El Cairo en este día–, oficiales de policía cuyo deber es salvaguardar la vida de todos los egipcios abrieron fuego sobre miles de sus conciudadanos con el simple objetivo de matarlos. Y mientras lo hacían, los beltagi, también encapuchados, esos drogadictos y ex policías que ahora forman la guardia pretoriana de las fuerzas de seguridad, se presentaron con rifles al lado del cuartel de la policía.

Había periodistas a montones; claro que eso no importaba a la policía, porque helicópteros del ejército volaban sobre las multitudes con cámaras de video, cazando las muy importantes imágenes de hombres armados entre la gente, tal vez el hombre al que Alastair Beach vio, o los grupos de jóvenes barbudos que estaban en la sombra con sus teléfonos móviles chillando como grillos. No es que pudiéramos oírlos: el traqueteo de las ametralladoras ahogaba toda conversación, mientras nubes de gas lacrimógeno inundaban las calles, ensombreciendo hasta el alminar de la mezquita de Al-Fath.

Otro día de sangre, pues. Los funerales serán en las próximas 24 horas –si es que la única funeraria de El Cairo puede emitir suficientes avisos de inhumación–, y habrá más mártires para la causa.

Me impactó el rostro de un hombre de edad mediana a quien los paramédicos metieron por la puerta lateral de la mezquita. Del rostro y del torno le escurría la sangre hacia el suelo. Tenía los ojos abiertos y miraba a los médicos, cuyos rostros sin duda pasaban borrosos a su lado en el último trayecto de su vida. Algunas cámaras hicieron clic, un hombre dijo Dios es grande y el rostro del muerto viviente desapareció.

Esto es Egipto, dos años y medio después de la revolución que supuestamente iba a traer libertad, justicia y dignidad. Por supuesto, olvídense de la democracia por el momento.-

 

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

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17 août 2013 6 17 /08 /août /2013 13:23

Sábado, 17 de agosto de 2013

Aspectos de la gran ciudad
Por Osvaldo Bayer
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José de San Martín, de la muestra Revolucionarios, de Ariel Mlynarzewics.
 

Mundos diferentes en la gran ciudad. Recorrerla. Pasar de un mundo a otro. Por ejemplo, meterse en un hospital. En este caso el Durand. Los trabajadores me hablan de su plan: crear una radio, justamente, la radio Hospital Durand. Hay suma seriedad y se nota algo así como una voluntad de hacer algo más en ese lugar donde caminan diariamente cientos de enfermos y un personal bien enganchado en sus tareas. Una radio. Sí. Para información y entretenimiento no sólo de sus enfermos sino también de su personal y todos aquellos que quieran escucharla en cualquier lugar donde se halle, señalan, con voz de entendidos: estará equipada, además de los equipos de transmisión, con instalaciones de baño, luz, aire acondicionado, calefacción, amoblamiento de oficina, todo estará dentro del edificio del establecimiento de salud. Desde ya cuentan con el personal preparado en radio, comunicación y algunos que ya ostentan premios en este rubro.

Me señalan con un optimismo envidiable que la futura Radio Durand está pensada para ofrecer un servicio a las personas de esta comunidad, en primera instancia, a localidades vecinales, al resto del país y al mundo en general donde, gracias a los avances tecnológicos, es posible llevar esto adelante dando todo tipo de información a vecinos, médicos, pacientes, estudiantes, profesores y personas interesadas, además de música, entrevistas, comentarios de actualidad. Además no dependerá de “publicidades ni de otras pautas que suelen ser vitales en las radios convencionales”.

La intención es llegar a un óptimo funcionamiento durante las 24 horas del día los 365 días del año. La radio no generará gastos al centro de salud, no recibirá dinero en efectivo ni en ninguna otra forma de pago, todo elemento será recibido bajo donaciones y tanto los operadores como todo el equipo lo harán a título ad honorem. Es decir, un trabajo profundamente comunitario. Ese es el futuro: la mano abierta, el darse a la comunidad, llegar a la consigna: “Todo para todos”.

Un proyecto para la comunidad, un ejemplo solidario, algo para apoyar y aplaudir.

Pero de pronto, el otro costado de la gran ciudad, porque Buenos Aires no termina en la General Paz sino hasta donde encontramos el último barrio obrero o la última villa “de emergencia”, como la llaman. He estado en la cárcel de Ituzaingó. En el instituto de enseñanza para los presos. Di una clase de Historia, ante rostros muy interesados en saber más, hombres –casi todos jóvenes– con deseos de ver otro futuro cuando salen. Hay señales en sus rostros: quieren aprender más, llegar a saber más para integrarse en la vida cotidiana, luego de la experiencia siempre triste de la cárcel. Asisten cien alumnos, de setecientos detenidos que hay en la cárcel, que tiene capacidad máxima sólo para quinientos presos. Esta situación de superpoblación se repite en todas las cárceles. Esto está debidamente fundamentado en el informe del Comité contra la Tortura 2012, que depende de la Comisión Provincial de la Memoria. La Unidad Penal de Ituzaingó es la No. 39 y su Escuela de Educación Media N0 7 lleva el nombre del trabajador más digno que ha tenido nuestra historia: Agustín Tosco, nombre votado por los presos que concurren a la escuela. El bachillerato que siguen es con orientación al cooperativismo y esos estudiantes presos producen la revista La Astilla, que ya va por el número 7 y es escrita por ellos mismos. También se hacen allí radios abiertas y cortos documentales, porque creen en “la potencia liberadora de la palabra dentro del encierro”. Es decir, no se rinden ni la prisión los apabulla: siguen esperando con optimismo la salida definitiva. Porque hay una realidad que los espera.

A la superpoblación y hacinamiento que existe en los penales bonaerenses se suman las constantes denuncias por torturas (hay una muerte cada tres días), constantes traslados por cárceles de toda la provincia, la falta de alimentación, de atención sanitaria, de entrega de medicamentos y las trabas que se imponen a los internos para acceder a la escuela. Todo esto a pesar de que hay datos del Centro Universitario de Devoto que demuestran el bajo nivel de reincidencia en el delito de los presos que han sido estudiantes en la cárcel y terminaron sus estudios universitarios. Igual ocurre con la posibilidad de generar oportunidades de trabajo al salir. Existen casos como el de una cooperativa llamada Kbrones que se formó en la cárcel de Gorina y cuyos miembros al salir en libertad y continuar con su proyecto productivo afirman que no tuvieron un solo caso de reincidencia.

Después de la clase, los presos vienen hacia mí. Sólo me preguntan sobre el tema que hemos hablado. Veo en sus ojos el sumo interés por saber más. Cuando salgo siento una enorme pena de no poder ayudarlos más, de darles una oportunidad para que al salir sean ciudadanos útiles a la sociedad. Esa tristeza aumenta cuando me despido y atravieso los muros de la cárcel. Vaya a saber en qué ambiente fueron criados cuando niños o las peripecias que les tocó vivir. En ellos vi una predisposición a abrirse a nuevos horizontes, a tomar el camino hacia la dignidad humana. Para ello no hay que tratarlos como malditos de la sociedad. Hay que abrirles la puerta hacia esa dignidad que no han conocido, y menos en la cárcel.

El tercer lugar que me toca visitar en la ciudad es nada menos que el Museo Nacional de Bellas Artes, que es como entrar en el Paraíso. Un paraíso lleno de telarañas de pura sabiduría, de puro talento. Paso primero por la muestra de los cuadros de Pío Collivadino. Bien, para qué comentar, dar detalles, hay que verlos y comprender la genialidad de este artista, su forma de interpretar a Buenos Aires, a su gente, principalmente a los más humildes.

Y luego entro en la exposición de un verdadero genio argentino de la pintura, el del apellido difícil: Ariel Mlynarzewics. La muestra lleva el título de Revolucionarios. Veo el primer cuadro: San Martín. Me quedo mudo. No puedo pensar otra cosa que “la pintura descubre todas las gemas escondidas de las fantasías de la realidad humana”. El teatro es el mejor arte que la describe pero la pintura las descubre, las pone al desnudo, están allí mirándonos. El personaje nos mira. No puedo menos que buscar otro cuadro, pero me sigue persiguiendo el primero. Pinceladas, brochazos, colores increíbles. Ahí está la verdad siempre descifrada por el arte de la pintura. El caballo de San Martín sube hacia lo alto. ¿Quién sabía esto? El caballo, tal vez. El artista lo insinúa, nada más, pero lo dice todo. Paso a Belgrano, que creía en el ser humano. Pero está ahí, detenido, pensativo, aunque busca los colores del cielo. Simón Bolívar, ya en el monumento indiscutible. Y de pronto, Castelli, el mejor de todos, el hombre exclusivo de Mayo, Revolucionario, él, aparece en su verdadera postura. El generoso, el que no callaba.

Así, uno tras otro, héroe tras héroe, sin hablar, no muestra el rostro y es dibujado sólo por sus propósitos. La pintura descubre sus intimidades y pone colores que apagan las formas.

Me quedo con ellos. Ahora los he comprendido finalmente. Seres humanos con cabezas volando por los colores más que humanos. La única interpretación de la historia. Voy y abrazo a Ariel, el autor de esas imágenes nunca vistas. El Arte de la Pintura, tal cual es. Aquí, con la enseñanza que deja la historia. Para aprenderlas, para eso el Arte de la Pintura.

La ciudad, la vida. Todo tan distinto al mismo tiempo.-

 

 

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16 août 2013 5 16 /08 /août /2013 15:04
Vida durante tiempo de guerra: resistiendo la contrainsurgencia
Gilberto López y Rivas
 
El colectivo de trabajadores que integra AK-Press, autodefinido como un pequeño grupo de orientación anarquista que publica y distribuye libros y medios audiovisuales libertarios, y otros materiales alteradores de la conciencia, recientemente puso a la venta una importante compilación de casi una veintena de trabajos editada por Kristian Williams, Will Munger y Lara Messersmith-Glavin: Life during wartime: resisting counterinsurgency (Oakland, AK-Press, 2013), que expresa la perspectiva de un sector importante del pensamiento radical estadunidense sobre los efectos de la contrainsurgencia imperialista al interior de Estados Unidos, a partir de dos interrogantes claves: ¿cómo los horizontes culturales y sociales han sido perjudicados por la aplicación doméstica de la contrainsurgencia?, y ¿cómo rebeldes y radicales pueden elaborar estrategias inteligentes para resistir la represión del Estado?

El conjunto de los textos fue producto de varios años de investigación sobre la historia, la teoría y la práctica de la contrainsurgencia, después de que muchos de los autores se reunieron en Portland, Oregon, en 2011, en lo que denominaron Convergencia contra la contrainsurgencia, un espacio abierto para activistas e investigadores que han venido trabajando temas de seguridad, represión y la cambiante naturaleza del Estado. La convergencia, de acuerdo con Munger, trabajó un mapeo de los contornos de la contrainsurgencia trasnacional, con el propósito de discurrir estrategias para responder y confrontar tanto a la contrainsurgencia como al imperio. Otros capítulos de la obra fueron elaborados por participantes de movimientos sociales que de manera directa resisten y subvierten los aparatos contrainsurgentes.

La introducción a la obra, escrita por Williams, contiene importante reflexiones que expondré sintética y selectivamente. Dividida en tres partes, la primera analiza las relaciones entre represión, contrainsurgencia y Estado, partiendo de la hipótesis de que las izquierdas han sido lentas en percibir que la represión no siempre se manifiesta a través de la violencia, sino también por medio del mantenimiento de la normalidad por parte del Estado, movilizando ideología, haciendo concesiones, utilizando incentivos materiales, esto es, cooptación y coerción, que constituyen la base misma de la contrainsurgencia en su objetivo principal de conquistar legitimidad. Si la esencia de la contrainsurgencia es política, se hace énfasis en la inteligencia, la seguridad, el control de población, las operaciones pacificadoras, la propaganda y, sobre todo, en los esfuerzos por ganar la confianza del pueblo. Si el propósito de la contrainsurgencia es mantener el poder del Estado, sus aspectos estrictamente militares, si bien necesarios y siempre recurrentes, son acompañados de instrumentos más suaves y sutiles para lograr el apoyo para las fuerzas gubernamentales. Así, como política interna, el gobierno estadunidense ejerce su control no sólo a través de una red de diversas instituciones estatales, sino también del mundo corporativo que usa sus recursos para limitar libertades políticas, o espiar a opositores, como se demostró en el caso de Edward Snowden, e incluso, a través de organizaciones no gubernamentales o de la llamada sociedad civil, incorporando a la oposición política moderada, cuyos miembros actúan como interlocutores e informantes.

En un apartado intitulado contrainsurgencia y neoliberalismo, Williams se pregunta: ¿el papel de la contrainsurgencia es limpiar el desorden que el neoliberalismo crea?, o ¿la contrainsurgencia es el camino por el cual se imponen las condiciones del mercado y la estabilidad necesaria para lograr las reformas neoliberales? Indicativamente alude que en América Latina ambos términos están asociados con las llamadas guerras sucias, mismas que han sido utilizadas para precisamente implantar a sangre y fuego el modelo neoliberal en el Cono Sur. Podría pensarse asimismo que la guerra social y el desastre humanitario que sufre México no son más que la forma de imponer la totalidad de las reformas estructurales, que incluye la privatización de Pemex.

Williams presenta un interesante estudio en el que se analizan 30 operaciones contrainsurgentes recientes y se concluye que el gobierno fue derrotado en 22 de los conflictos (73 por ciento) y prevaleció en ocho (27 por ciento). Otro estudio examina 89 insurgencias que tienen lugar de 1934 a 2008, encontrando que en 28 casos el gobierno fue victorioso, en 25 fue derrotado, en 20 los resultados fueron mixtos y en 16 el proceso estaba en curso en el momento de realizar la investigación. Otro estudioso al servicio de la contrainsurgencia recomendaba democráticamente: restringir la diseminación de ideas, prevenir que los radicales lleguen a tener influencia, e impedir sus esfuerzos de establecer organizaciones oposicionistas.

Nuestro autor destaca que las fuerzas de seguridad del Estado contrainsurgente han tenido que cambiar en materia de inteligencia, al convencerse de que la causa de los conflictos no es sólo una conspiración subversiva, sino que deben lograr una comprensión amplia del sistema social, por lo que el Manual de campo 3-24 insiste en que los estrategas militares requieren de científicos sociales, esto es, sociólogos y antropólogos, al servicio de la represión contrainsurgente.

Williams concluye que si en la sociedad se mantiene la desigualdad y la catástrofe ambiental continua, habrá causas para rebelarse. Para enfrentar la contrainsurgencia se debe aprender a pensar como insurgente, reconociendo y asumiendo la complejidad política y estratégica. Cada insurgencia es singular y puede tomar formas muy diferentes de un año al otro. No hay recetas ni fórmulas, pero sí es necesaria una estrategia que corresponda a la realidad que se vive, que no se base en versiones idealizadas de pasadas revoluciones o en algunas utopías futuras y que no asuma una táctica favorita, ya sea pacifista o insurreccional, como artículo de fe. El antídoto para la represión es simple: más resistencia, ampliando las bases de apoyo del movimiento y tomando en cuenta que para los rebeldes, como para las autoridades, la legitimidad es el principal objetivo.-

 

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15 août 2013 4 15 /08 /août /2013 14:55
15 ago 2013
Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
 

Una ideología que se está promoviendo por círculos conservadores y neoliberales a fin de justificar el enorme crecimiento de las desigualdades que caracterizan los tiempos actuales (resultado de la aplicación de políticas conservadoras y neoliberales) es que estas desigualdades son consecuencia de la diversidad genética dentro de las poblaciones en las que existen estas desigualdades. Según esta postura, las desigualdades de renta se presentan como resultado de la diversidad en la composición genética de la población. Así, en un artículo publicado en la prestigiosa revista Science (“GWAS of 126,559 individuals identifies genetic variants associated with educational attainment”. Science, 21. Junio de 2013), los autores (Rietveld et al.) señalan la estructura genética de una persona y/o grupo étnico como causa de su desarrollo educativo y, a través de ello, del nivel de renta que adquiere. Y en la Universidad de Harvard, una tesis doctoral, “IQ and Immigration Policy”de Jason Richwine del Departamento de Políticas Públicas (mayo de 2009), se ha aprobado y publicado recientemente en la que se sostiene que los hispanos en EEUU, procedentes de países de habla hispana, tienden a concentrarse en las clases menos adineradas y con menos recursos de aquel país debido a su supuesta inferior estructura genética, menos desarrollada y de menor calidad –según el autor- que la existente entre la población blanca nacida en EEUU.

Para demostrar sus tesis, asume que los hispanos tienen una estructura genética distinta a la de los nativos blancos estadounidenses. Y, al ver que el cociente intelectual (CI) (que es la puntuación obtenida en una prueba diseñada para medir la inteligencia) de los nativos blancos es superior a los de los hispanos, concluye que la supuesta inferioridad de los hispanos se debe a su inferior estructura genética. Es sorprendente que esta tesis haya sido aprobada en uno de los centros que tienen mayor prestigio en el mundo académico estadounidense.

Los errores y falacias de este estudio son múltiples, comenzando por asumir una estructura genética propia de los hispanos, un grupo que, más que étnico, es cultural, que se caracteriza por su enorme diversidad genética. Este supuesto de uniformidad genética, en sí, es una valoración enormemente subjetiva, con tonos racistas claros, lo cual es confirmado cuando el doctorando atribuye también la pobreza de Latinoamérica a la inferioridad genética de las poblaciones que viven en aquel continente, en comparación a la existente en EEUU entre los blancos, para los cuales el autor también asume que tienen unas características genéticas comunes. Y para llegar a su conclusión, asume también que la calidad y el desarrollo intelectual de una persona se miden objetivamente con la prueba de test del CI, prueba bien conocida por su sesgo clasista, pues mide más la habilidad de respuesta al test que el nivel intelectual, estando determinada esta habilidad por una socialización dependiente del contexto social del individuo.

Que una tesis con tanta debilidad metodológica haya sido aprobada en un centro académico como la Universidad de Harvard dice mucho del clima ideológico que se ha alcanzado en círculos del establishment estadounidense, en momentos de gran dominio neoliberal. Tal dominio requiere una teoría hegemónica, legitimadora y justificativa del enorme crecimiento de las desigualdades. Esta teoría, en la que lo social se presenta como biológico, recuerda, por cierto, a las teorías genetistas del nazismo, que hoy se enseñan sin ningún pudor en algunos centros académicos estadounidenses.

Es interesante que la protesta que este estudio ha generado en EEUU (e incluso dentro de Harvard) haya sido desechada por las autoridades académicas de tal universidad por considerarla un ataque a la libertad de conocimiento y de investigación, libertad que está, por cierto, enormemente limitada en aquel centro (y en la mayoría de centros académicos estadounidenses) como consecuencia de las enormes limitaciones en su diversidad ideológica, estando la ideología de tales centros muy sesgada hacia posturas conservadoras y neoliberales, poco sensibles al pensamiento crítico. En realidad, este panfleto (que se legitima presentándose como tesis doctoral) intenta justificar una estructura de poder que es la que financia, apoya y promueve este tipo de estudios, excluyendo a pensadores críticos de tal estructura y dando el favor, en su lugar, a pensadores que favorecen tal estructura del poder –por muy extremistas que sean.-

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15 août 2013 4 15 /08 /août /2013 14:33

Jueves, 15 de agosto de 2013

Opinión
Algo murió en Egipto
Por Robert Fisk *
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El crisol egipcio se rompió. La “unidad” de Egipto –ese pegamento abarcativo, patriótico y esencial que ha unido a la nación desde el derrocamiento de la monarquía en 1952 y el gobierno de Nasser– se derritió en medio de masacres, batallas y represión contra la Hermandad Musulmana. Una centena de muertos –200, 300 “mártires”– no le hacen diferencia al resultado: para millones de egipcios, el sendero de la democracia se desvió en medio del fuego y la brutalidad. ¿Qué musulmán que busque un Estado basado en su religión confiará otra vez en las urnas?

Esta es la verdadera historia del baño de sangre de hoy. ¿Quién puede sorprenderse de que algunos partidarios de los Hermanos Musulmanes estuvieran blandiendo Kalashnikov en las calles de El Cairo? O de que los partidarios del ejército en su “gobierno interino”, en las áreas de clase media de la capital, tomaron sus armas o produjeron las propias y comenzaron a disparar. Esto no es Hermandad versus ejército, aunque esa es la forma en que nuestros estadistas occidentales van a tratar de retratar esta tragedia. La violencia de hoy creó una cruel división dentro de la sociedad egipcia que llevará años curar; entre los izquierdistas y los seculares y los coptos cristianos y los musulmanes sunitas, entre la gente y la policía, entre la Hermandad y el ejército. Por eso, Mohamed Al Baradei renunció anoche. La quema de las iglesias fue un corolario inevitable de un terrible asunto.

En Argelia en 1992, en El Cairo en 2013 –y ¿quién sabe qué sucederá en Túnez en la próximas semanas y meses?– los musulmanes ganaron el poder con justicia y democráticamente a través del voto común y fueron arrojados del poder. ¿Y quién puede olvidar nuestro vicioso asedio de Gaza cuando los palestinos votaron, nuevamente democráticamente, por Hamas? No importa cuántos errores hayan cometido los Hermanos Musulmanes en Egipto, no importa cuán promiscuo o necio haya sido su gobierno, el presidente Mohamed Mursi, democráticamente electo, fue derrocado por el ejército. Fue un golpe y John McCain estuvo en lo correcto al usar esa palabra.

La Hermandad, por supuesto, hace tiempo que debía haber frenado su amor propio y tratar de quedarse dentro del cascarón de la seudodemocracia que el ejército permitía en Egipto, no porque fuera justo o aceptable, sino porque estaba cantado que la alternativa sería un regreso a la clandestinidad, a los arrestos a medianoche, la tortura y el martirio. Este ha sido el rol de la Hermandad, con períodos de vergonzosa colaboración con los ocupantes británicos y los dictadores militares egipcios, y un regreso a la oscuridad sugiere dos resultados: que la Hermandad será extinguida con violencia o tendrá éxito en un futuro lejano –que Dios lo salve a Egipto de tal destino– en crear una autocracia islamista.

Los analistas hicieron su trabajo sucio antes de que el primer cadáver llegara a su tumba. ¿Puede Egipto evitar una guerra civil? ¿Será la Hermandad “terrorista” borrada por el ejército leal? ¿Y qué pasa con aquellos que manifestaron antes del derrocamiento de Mursi? Tony Blair fue sólo uno de aquellos que hablaron del “caos” inminente al otorgarle su apoyo al general Abdul-Fattah Al Sisi. Cada incidente violento en el Sinaí, cada arma en las manos de la Hermandad Musulmana será usada ahora para persuadir al mundo de que la organización, lejos de ser un movimiento islamista pobremente armado pero bien organizado, era el brazo derecho de Al Qaida.

La historia puede tener una visión distinta. Ciertamente será difícil explicar cómo muchos miles –sí, quizá millones– de egipcios educados y progresistas seguían dándole su total apoyo al general que pasó mucho tiempo después del derrocamiento de Mubarak justificando las pruebas de virginidad de las manifestantes femeninas en la Plaza Tahrir. Al Sisi estará bajo gran escrutinio en los próximos días: siempre había tenido la reputación de tenerle simpatía a la Hermandad, aunque esta idea puede haber sido provocada porque su mujer usa el niqab. Y muchos de los intelectuales de clase media que dieron su apoyo al ejército tendrán que estrujar sus conciencias dentro de una botella para acomodar los hechos futuros.

¿Podría el Premio Nobel y experto nuclear Mohamed Al Baradei, la personalidad más famosa a los ojos de Occidente, pero no de los egipcios, haberse quedado en el poder, en el “gobierno interino”, teniendo una visión tan en desacuerdo con las acciones de “su” gobierno? Por supuesto que no. Se tenía que ir, porque nunca tuvo la intención de que surgiera este resultado de su apuesta política cuando aceptó apoyar la elección de ministros que hizo el ejército después del golpe del mes pasado. Pero el círculo de escritores y artistas que insistieron en considerar el golpe como sólo otra etapa en la revolución de 2011, después de la renuncia de Al Baradei, tendra que usar una lingüística algo angustiada para escapar a la culpa moral por estos acontecimientos.

Esperen, por supuesto, las preguntas más coloquiales. ¿Significa eso el fin del Islam político? Por el momento, seguro, la Hermandad no está de ánimo de probar cualquier otro experimento en democracia, una negativa que es un peligro inmediato en Egipto. Porque sin libertades, hay violencia. ¿Se convertirá Egipto en otra Siria? Improbable. Egipto no es un Estado sectario, no lo ha sido nunca, aun con el 10 por ciento de su población cristiana, no ha sido violento. Nunca experimentó la crueldad de los levantamientos de los argelinos contra los franceses o sirios ni las insurgencias libanesas o palestinas contra los británicos y los franceses. Pero muchos fantasmas colgarán sobre sus cabezas hoy avergonzadas; aquel gran abogado del levantamiento de 1919, por ejemplo, Saad Zaghloul. Y el general Muhammad Neguib, cuyo breve tratado de 1952 decía cosas similares a las que exigían los manifestantes de la Plaza Tahrir en 2011.

Pero sí, algo murió en Egipto ayer. No la revolución. Porque a través del mundo árabe la gente exigió ser ella la dueña –y no sus líderes– de su país, aunque permanezca teñida de sangre. Murió la inocencia, por supuesto, como lo hace después de cada revolución. No. Lo que expiró ayer fue la idea de que Egipto era la eterna madre de la nación árabe, el ideal nacionalista, la pureza de la historia donde Egipto consideraba a todo su pueblo como su hijo. Porque las víctimas de la Hermandad ayer, junto con la policía y los partidarios pro-gobierno, también eran hijos de Egipto. Y nadie lo dijo. Se convirtieron en los “terroristas”, en los enemigos del pueblo. Esa es la nueva herencia de Egipto.-

 

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.-

Traducción: Celita Doyhambéhère.-

 

 

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14 août 2013 3 14 /08 /août /2013 16:33
14-08-2013

 

El estroncio radiactivo liberado “probablemente será una pesadilla costera durante décadas"
Según el experto nuclear Arjun Makhijani, Fukushima es una "emergencia sin fin"

      Andrea Germanos     
Common Dreams

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

A medida que el desastre de la planta Fukushima se sigue desarrollando, un experto nuclear advierte de que “es un accidente que no se detiene”.

 

 

Arjun Makhijani, presidente del Instituto de Investigación Energética y Medioambiental (IEER), hace sonar la alarma sobre el estroncio radiactivo que se libera en esa planta:

 

Fukushima sigue siendo una emergencia sin fin, vastas cantidades de radiactividad, incluyendo estroncio-90 en el agua subterránea, evidencia de filtraciones en el mar, la perspectiva de mariscos contaminados. El estroncio-90, al ser análogo al calcio, se bioacumula en la cadena alimentaria. Es probable que sea una pesadilla costera durante décadas.

 

Hablando esta semana con PBS Newshour el autor de Carbon-Free and Nuclear-Free dijo que el estroncio es “mucho más peligroso” que el cesio 137 y 134 que se libera en Fukushima y se halló “a niveles 30 veces superiores al cesio”. Siguió diciendo:

 

Para dar una idea del nivel de contaminación, si alguien bebiera el agua durante un año, es casi seguro que tendrá cáncer. Por lo tanto estará muy contaminado.

Ese es un problema. El otro es que las defensas que impiden que esta agua llegue al mar parecen estar superadas. Por lo tanto ahora las aguas contaminada, entre 265.000 y 295.000 litros, fluirán hacia el mar cada día.

 

Cuando le preguntaron qué sucede cuando el estroncio radiactivo llega al mar, Makhijani respondió:

 

Bueno, cuando llega al mar, por supuesto, algo se dispersará y diluirá. En parte llegará al sedimento y otra parte será absorbida por la vida marítima.

Y lo malo del estroncio es especialmente que se bioacumula en algas, se bioacumula en peces. Ataca los huesos, porque es como el calcio. Y esto constituye un problema. No tenemos mediciones demasiado lejos de la costa. El Instituto Woods Hole ha hecho algunos estudios. Y se sorprendieron de la cantidad de radiactividad continua que encontraron, pero todavía no hay una explicación clara.

 

Pero no solo los peces absorberán la radiación.

 

Cuando Living on Earth preguntó a Makhijani cómo puede afectar la radiactividad a la salud humana, dijo:

Bueno, el estroncio-90 y el cesio serían ambos peligrosos, y el estroncio-90 es más móvil y también más peligroso biológicamente; el estroncio se comporta como el calcio, va a los huesos. También se acumula en la base de la cadena alimentaria y si hay bastante estroncio una gran parte de la cadena alimentaria cerca de Fukushima resultaría contaminada.

 

Si las mujeres embarazadas comen el pescado contaminado o beben el agua contaminada, dijo:

 

El resultado podría ser peor que el cáncer porque entonces se está hablando de un niño mucho más comprometido en el sentido de que nace con el sistema inmune comprometido y sería más vulnerable a todo tipo de enfermedades.

 

Siguió diciendo que no se sabe de qué forma TEPCO u otras autoridades podrán encarar esta “radiactividad que esencialmente es eterna”.

 

Tengo muy poco claro cómo van a poder llegar a ese combustible fundido, extraerlo del fondo de esos edificios terriblemente dañados y embalarlo para un almacenamiento o eliminación más segura o menos peligrosa.

 

“Es horrendo, pero se trata de un accidente que no se detiene”, advirtió.

 

Existe una certeza entre muchos aspectos desconocidos, escribe el veterano activista antinuclear Harvey Wasserman:

 

Lo que sabemos demasiado bien en el caso de Fukushima es que la peor catástrofe atómica del mundo está lejos de haber terminado.

La única cosa predecible es que habrá peores noticias.

Y cuando suceda, nuestro planeta, cada vez más frágil, será más irradiado, a un coste inmensurable para todos nosotros.

 

Fuente: http://www.commondreams.org/headline/2013/08/10-0

 

nuclearsocorro

               
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13 août 2013 2 13 /08 /août /2013 23:04
La CIA reconoce que espió al lingüista Noam Chomsky

Noam Chomsky

El filósofo, semiólogo y activista nortemericano Noam Chomsky. (EFE)
  • Un intelectual muy crítico con la Casa Blanca desde los años 60.
  • El documento de la CIA, fechado en el 8 de junio de 1970, discute las actividades de Chomsky en protesta contra la guerra de Vietnam.

 La CIA ha reconocido que espió al famoso profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Noam Chomsky, un histórico y duro crítico de la política de Washington, según publicó la revista Foreign Policy.

 

El memorando indica que Chomsky apoya el viaje y pide información sobre las personas relacionadas con esa visita

 

Un cable solicitado al amparo de la ley de libertad de información (FOIA) por el abogado Kel McClanahan, director ejecutivo de National Security Counselors, demuestra que pese a que la CIA lo negó repetidas veces tenía un archivo sobre las actividades de Chomsky, un intelectual muy crítico con la Casa Blanca desde los años 60.

El documento de la CIA, fechado en el 8 de junio de 1970, discute las actividades de Chomsky en protesta contra la guerra de Vietnam y solicita información al FBI sobre un viaje de intelectuales estadounidenses a Vietnam del Norte, el bando comunista en el conflicto encabezado por Ho Chi Minh.

El memorando indica que Chomsky apoya el viaje y pide información sobre las personas relacionadas con esa visita. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) había dicho en anteriores peticiones de información al amparo de la ley FOIA, pensada para mejorar la transparencia del Estado, que no había hallado registros sobre Chomsky en sus archivos.

Debido al historial de espionaje de la CIA a figuras opuestas a la Guerra de Vietnam hasta 1975 pocos creían las excusas de la agencia de inteligencia sobre un personalidad tan crítica con las políticas de Washington como Chomsky.-

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13 août 2013 2 13 /08 /août /2013 15:57

La Policía de Nueva York viola los derechos de los ciudadanos latinos y afroamericanos

Publicado: 13 ago 2013

La práctica de detenciones y cacheos de la Policía de Nueva York viola los derechos constitucionales de los ciudadanos, especialmente los de las minorías. Así lo ha dictaminado una jueza federal.

Casi 700.000 neoyorquinos son parados en la calle y registrados por la Policía en busca de armas o drogas al año, bajo el amparo de esta norma. La gran parte de ellos de origen afroamericano o latino. Es una "política de discriminación racial indirecta", según la magistrada, quien además acusa a los altos cargos de hacer la vista gorda ante la conducta policial.

La sentencia supone un duro golpe para uno de los programas más polémicos contra la delincuencia lanzados por el alcalde neoyorquino, Michael Bloomberg, quien ha prometido apelar la decisión.

El presidente de la organización Vamos Unidos USA, Juan José Gutiérrez, cree que en EE.UU. todavía persisten los vestigios de la mentalidad esclavista pero en condiciones modernas. "Horribles son las condiciones en las que se fuerza a vivir a los miembros de grupos étnicos minoritarios en este país, particularmente en aquellas zonas que históricamente se han identificado como zonas donde regularmente se discrimina al negro o al latinoamericano, estados donde se practicó el esclavismo legal, donde se reprimía al pueblo negro como si fueran animales", recalcó.

"Hoy en día esta mentalidad que se heredó de aquellas generaciones parece que continúa operando, pero en las condiciones modernas", enfatizó el activista remitiéndose a la postura del actual alcalde.

"El alcalde Bloomberg, al anunciar que va a apelar esta decisión, parece que quiere continuar con la política de discriminación porque deben de temer que uno viva una vida normal sin ser anglosajón. Las autoridades sienten tremendos prejuicios raciales en contra de las minorías, muy en particular contra los latinos y los afroamericanos", comentó.-



Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/102839-nueva-york-discriminacion-detenciones-latinos-policia-bloomberg

 

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13 août 2013 2 13 /08 /août /2013 15:12

Experto: EE.UU. sigue practicando el viejo esclavismo, pero en condiciones modernas

Publicado: 13 ago 2013

La decisión de alcalde de Nueva York de apelar la decisión que declara inconstitucional el polémico programa de "parar y registrar" a personas sospechosas indica que las autoridades hacen todo para impedir que las minorías tengan una vida normal.

Así se expresa en declaraciones a RT Juan José Gutiérrez, presidente de la organización ‘Vamos Unidos USA’, subrayando que las autoridades "sienten tremendos prejuicios raciales en contra de las minorías, muy en particular de los latinos y afroamericanos". 

"Son horribles las condiciones en las que se fuerza a vivir a los miembros de grupos étnicos minoritarios en este país [...], donde regularmente se discriminan a los negros o latinoamericanos, un estado donde se practicó el esclavismo legal, donde se reprimía al pueblo negro como si fueran animales", comenta el experto, enfatizando que "hoy en día esta realidad que se heredó de aquellas generaciones parece que continua operando, pero en las condiciones modernas".

La jueza federal Shira Scheindlin consideró este lunes que la medida de la policía de Nueva York viola los derechos de cientos de miles de personas en la ciudad, y dijo que una persona independiente de la policía supervisará el programa que, según los datos oficiales, afecta de manera desproporcionada a las poblaciones de jóvenes latinos y afroamericanos. Defensores de derechos humanos consideran dicha práctica como discriminatoria y de perfil racial.

La polémica sobre la discriminación se ha agudizado en la sociedad estadounidense tras la exculpación de Zimmerman, el vigilante voluntario que mató a tiros al joven afroamericano Trayvon Martin.- 



Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/102800-eeuu-discriminar-minoria-esclavismo

 

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13 août 2013 2 13 /08 /août /2013 13:09
  13-08-2013

 

La compleja realidad de una periodista italiana freelance en Siria

Francesca Borri
www.cjr.org


Finalmente me escribió. Desde hace más de un año le escribo artículos como periodista freelance, durante este tiempo me dio tifoidea y recibí un balazo en la rodilla. Hoy, al ver las noticias mi jefe de redacción creyó que yo estaba entre los periodistas italianos que habían sido secuestrados. Me escribió un mail diciéndome: “Si consigues en donde conectarte a Internet, ¿puedes tweetear tu secuestro?” 

Ese mismo día en la noche regresé a la base de los rebeldes que era el lugar en donde yo vivía, en medio de aquel infierno llamado Alepo, lleno de polvo, hambre y miedo donde yo sólo esperaba encontrar a un amigo, una palabra para levantarme el ánimo, un abrazo. Por lo contrario, sólo encontré otro email de Clara, diciéndome que estaba pasando sus vacaciones en mi casa en Italia. Me había enviado ocho mails “¡Urgentes!”. Buscaba mi credencial del spa para tener masajes gratis. El resto de mis mail decían cosas como: “Brillante tu artículo de hoy, tan brillante como tu libro sobre Irak”. Desgraciadamente, mi libro no es sobre Irak, sino sobre Kosovo.

La gente tiene una imagen un tanto romántica de los periodistas freelance: ven a un periodista que optó por la libertad para abordar diversos temas a su manera en lugar de recibir un salario regular. Pero la realidad es que no somos libres: somos justamente lo contrario. Quedarme en Siria, lugar en donde nadie desea quedarse, era la única oportunidad para mantener mi trabajo. Para ser precisos no se trata de Alepo, sino del frente de combate. A los jefes de redacción en Italia sólo les interesa que mostremos sangre y el de los rifles de asalto. Escribo acerca de los islamistas y de la manera en que ofrecen servicios sociales a la población, escribo sobre las raíces de su poder –se trata de una investigación mucho más compleja que los tradicionales artículos del frente de combate. No solo quiero conmover, me esfuerzo por contextualizar la situación y la respuesta que recibo es: “¿Qué es esto? ¿Seis mil palabras y nadie muere?”.

En realidad debería haberlo entendido cuando mi jefe de redacción me pidió un artículo sobre Gaza, porque Gaza, como suele suceder, estaba siendo bombardeada. Recibí este email: “Conoces Gaza como la palma de tu mano. ¿A quién le importa que estés en Alepo?”. Exactamente. La verdad es que terminé en Siria porque ví en el las fotografías de Alessio Romenzi, quien entró a Homs clandestinamente por las alcantarillas en un momento en donde nadie sabía de la existencia de Homs. Veía eso mientras escuchaba Radiohead, esos ojos que tienen una mirada fija: los ojos de estos individuos que estaban siendo asesinados uno por uno por el ejército de Assad, y nadie había siquiera escuchado hablar sobre un lugar llamado Homs. Sentí un remordimiento de conciencia y no tuve otra opción que irme para Siria.

Para los jefes de redacción no existe diferencia entre escribir desde Alepo, Gaza o Roma. Pagan lo mismo: 70 dólares por artículo. Incluso en lugares como Siria, donde los precios se triplican por la especulación de la situación. Así que por ejemplo, dormir en una base rebelde, bajo el fuego cruzado de los morteros, con un colchón en el piso, con el agua amarilla (causa de mi tifoidea), cuesta 50 dólares la noche; y una renta de auto cuesta 250 dólares por día.

Así que en lugar de minimizar los riesgos, termina uno por maximizarlos. No sólo no puede una pagar un seguro —que son casi 1.000 dólares por mes—, sino que tampoco puede pagar a un asistente ni a un traductor. Termina en un territorio desconocido y sola. Los jefes de redacción saben muy bien que con 70 dólares por artículo te ves obligada a ahorrar en todo. Saben también que si resultas seriamente herida, una parte de ti cree que no sobrevivirás, porque tus finanzas no te permiten que estés herida. Aún así, compran tu artículo al mismo tiempo que se niegan a comprar un balón de futbol Nike cocido por a mano por un niño paquistaní.

Las nuevas tecnologías nos empujan a creer que la velocidad es un elemento básico de la información. Pero ese razonamiento se basa en la lógica de la autodestrucción: el contenido está estandarizado porque tu diario o tu revista ya no tienen nada que los distinga de los demás; por lo tanto ya no hay motivo alguno para pagarle a un reportero. Para las noticias cotidianas, uno tiene acceso a Internet gratis. La crisis por la que atraviesan los medios, es provocada por ellos mismos, no por los lectores. Los lectores siguen ahí, contrariamente a lo que los jefes de redacción creen, los lectores son personas inteligentes y solo piden sencillez, pero sin simplificación. Quieren entender y no únicamente enterarse.

Cada vez que publico una crónica sobre la guerra, recibo una docena de correos electrónicos en donde la gente me dice: “Perfecto, qué gran artículo, es un titular llamativo, pero yo quiero entender lo que está ocurriendo en Siria”. Me gustaría tanto poderles responder que no puedo proponer un artículo de análisis porque en la redacción no lo publicarían y me dirían: “Esta niñita ¿quién se cree?” –y no importa que yo tenga tres títulos universitarios, dos libros, 10 años cubriendo conflictos armados, primero como investigadora humanitaria y después como periodista. Como sea, mi juventud despareció cuando me salpicaron pedazos de cerebro. Eso fue en Bosnia cuando tenía 23 años.

Los periodistas freelance son periodistas de segunda clase –incluso cuando aquí en Siria hay únicamente freelance, porque se trata de una guerra sucia, una guerra del siglo pasado: es una guerra de trincheras entre rebeldes contra leales al régimen que se encuentran tan cerca el uno con el otro que se gritan mientras se disparan. Cuando uno está en la línea de combate, suceden cosas impensables como la aparición de bayonetas que únicamente hemos visto en los libros de historia. Las guerras de hoy en día son guerras de drones, pero aquí se pelea metro por metro, calle por calle, salgo y una se caga de miedo.

A pesar de esto, los jefes de redacción en Italia te tratan como si fueras un niñito: tomas una foto impresionante y te dicen que tuviste suerte, estuviste en el lugar y el momento oportuno. O por ejemplo, lograr una exclusividad como mi artículo que escribí en septiembre pasado sobre la ciudad de Alepo, declarada Patrimonio de la UNESCO, que se estaba reduciendo a cenizas mientras los rebeldes y el ejército sirio combatían por tomar el control de la ciudad. Yo fui la primera reportera extranjera que logró entrar, y los jefes de redacción me dijeron: “¿Cómo puedo justificar que mi corresponsal no pudo entrar y tu sí?”. Recibí otro correo electrónico sobre mi artículo de un jefe de redacción diciéndome: “Te lo compro, pero se publicará con la firma de mi periodista”.

Además, obviamente yo soy mujer. Recientemente, una noche hubo disparos de morteros que provenían de todos lados, yo estaba sentada en un rincón con la única expresión que puede uno tener cuando la muerte puede llegar de un momento a otro, cuando otro reportero se acerca, me mira de la cabeza a los pies y me dice: “Este no es lugar para las mujeres”. ¿Qué le puedes responder a un tipo así? Idiota, éste no es lugar para nadie.

Si estoy asustada, es porque estoy aún consciente de lo que sucede. Alepo no es más que pólvora y testosterona en donde todo el mundo está traumado: Henri, que habla únicamente de guerra; Ryan, con sobredosis de anfetaminas. Aún así, cada vez que vemos a un niño despedazado, primero acuden a mí, hacia la mujer, para saber cómo me siento. Y yo tengo ganas de responderles: me siento como ustedes. En las noches, cuando parece que estoy herida, es cuando me protejo y deshago mis sentimientos y emociones; en aquellas noches es cuando me protejo.

Siria ya no es Siria. Es un manicomio. Encontramos aquel italiano que estaba desempleado y que se unió a Al Qaeda, cuya madre recorre todo Alepo para darle una paliza; está el turista japonés que viene a meterse a las líneas de combate porque dice que necesita experimentar “emociones fuertes” durante dos semanas; está el sueco, graduado en Leyes, que vino en busca de evidencia de crímenes de guerra; los músicos estadounidenses, que tienen una barba como la de Bin Laden, y argumentan que con su barba quieren pasar desapercibidos, aunque son rubios y miden más de un 1.90 de altura. (Trajeron medicamentos contra la malaria, aunque aquí no hay malaria, y quieren distribuirlos mientras tocan el violín). Están los miembros de diversas agencias de Naciones Unidas que le contestan a una cuando les dice que conoce a un niño con leishmaniasis (una enfermedad que se transmite por una picadura de insecto) y les pregunta si pueden ayudar a sus padres para a llevarlo a Turquía a curarlo, responden que no pueden porque solo se trata de un niño en particular, y que ellos sólo tratan a la “niñez” en general.

 

Después de todo no somos más que corresponsales de guerra ¿no? Un gremio de hermanos (y hermanas). Arriesgamos nuestras vidas para darle voz a quienes no la tienen. Hemos visto cosas que la mayoría de la gente nunca verá. No somos perfectas para para darle vida a una cena. Somos aquellas a quienes todo el mundo quiere invitar.

 

Pero el secreto es sórdido, la verdad es que en lugar de estar unidos, entre periodistas somos nuestros peores enemigos; y la razón por la cual pagan 70 dólares por artículo no es que no haya dinero, porque siempre hay dinero para un artículo sobre las novias de Berlusconi. La verdadera razón es que cuando pides 100 dólares, alguien más estará dispuesto a hacerlo por 70 dólares. Es una competencia feroz. Como Beatriz, quien hoy me envió una dirección equivocada a propósito para ser ella la única que cubriera una manifestación y, por su engaño, terminé en medio de francotiradores. Todo por cubrir una manifestación –una de muchas más.

 

Sin embargo pretendemos estar aquí para que nadie pueda decir después: “Pero yo no sabía lo que estaba ocurriendo en Siria”. Realmente estamos aquí para ganar un premio, para ganar visibilidad. Estamos aquí para pisotearnos los unos a los otros como si estuviéramos disputando un Pulitzer, cuando en realidad no existe absolutamente nada. Estamos entre la espada y la pared, entre el régimen que te garantiza el visado sólo si informas contra los rebeldes y los rebeldes que dicen que si estás con ellos, te permiten ver sólo algunas cosas que ellos deciden enseñarte.

 

En realidad somos unos fracasados. Ya son dos años de guerra y nuestros lectores apenas recuerdan en donde está ubicado Damasco, y el mundo entero califica la situación en Siria como un “desastre” porque nadie entiende nada sobre Siria –sólo sangre, mas sangre y siempre sangre. Ese es el motivo por el cual los sirios ya no nos soportan. Porque mostramos al mundo fotos como la del niño de 7 años con un cigarro y una Kalashnikov. Está claro que fue una foto armada, pero fue publicada en diarios y sitios de Internet del mundo entero en marzo, y todo el mundo gritaba: “Esos sirios, esos árabes, ¡qué bárbaros!”.

 

La primera vez que llegué, los sirios se acercaban a mí y me decían: “Gracias por mostrarle al mundo los crímenes de este gobierno”. Hoy, un hombre se me acercó y me dijo: “Vergüenza debería darte”.

 

Si verdaderamente hubiera entendido algo sobre la guerra, no hubiera escrito sobre rebeldes y leales al régimen, sunnitas y chiítas. La única historia que se puede contar en tiempos de guerra es como vivir sin miedo. Todo se acaba en cuestión de segundos. De haber sabido esto, entonces no hubiera tenido miedo de amar, de atreverme a hacer cosas en la vida: en lugar de estar aquí, abrazándome en la oscuridad y la inmundicia, arrepintiéndome desesperadamente sobre de todo lo que no hice, de todo lo que no pude decir. Ustedes que mañana estarán vivos todavía, ¿qué están esperando? ¿Por qué dudan de poder amar a alguien? Ustedes que todo lo tienen ¿por qué tienen tanto miedo?

 

 

 

 

Artículo original publicado el pasado 1º de julio http://www.cjr.org/feature/womans_work.php?page=all

 

Traducido por Miguel Enrique Martínez Colín con la autorización de Columbia Journalism Review

  siria

   
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Miguel Bakunin

 

 

Carl Sagan

Así, a medida que la ciencia avanza, Dios parece tener cada vez menos que hacer. Es un gran universo, desde luego, por lo que Él, Ella o Ello, podría estar ocupado provechosamente en muchos sitios. Pero lo que evidentemente ha ocurrido es que ante nuestros propios ojos ha ido apareciendo un Dios de los vacíos; es decir, lo que no somos capaces de explicar, se lo atribuimos a Dios. Después, pasado un tiempo, lo explicamos, y entonces deja de pertenecer al reino de Dios. Los teólogos lo dejan de lado y pasa a la lista de competencias de la ciencia.

 

Carl Sagan: “La diversidad de la ciencia” [2007]



 

Stepehen Hawking

"La estirpe humana no es más que un sustrato químico en un planeta pequeño, orbitando alrededor de una estrella mediana, en los suburbios de una galaxia del centenar de miles de millones que existen"

 

Carlos Marx

“Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de esas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social” (1859)

 

 

Albert Einstein

Si una idea no parece absurda

de entrada,

pocas esperanzas

hay para ella.-

 

Groucho Marx

"El secreto de

la vida es

la honestidad y

el juego

limpio, si puedes

simular eso,

lo has conseguido."  

  

MARX, Groucho (1890-1977) 
Actor estadounidense